A cada uno se le da una manifestación especial del Espíritu para el bien de los demás. A unos, Dios les da por el Espíritu, palabra de sabiduría; a otros, por el mismo Espíritu, palabra de conocimiento; a otros, fe por medio del mismo Espíritu; a otros, y por ese mismo Espíritu, don para sanar enfermos; a otros, poderes milagrosos; a otros, profecía; a otros, el discernir espíritus; a otros, el hablar en diversas lenguas; y a otros, el interpretar lenguas. Todo esto lo hace un mismo y único Espíritu, quien reparte a cada uno según él lo determina. 1 Corintios 12:7-11 (NVI)
Este versículo es comparable a uno o más regalos que recibimos del Espíritu Santo y que muchas veces, no los valoramos porque estamos enfocados en nosotros mismos y en alcanzar nuestros objetivos personales, incapaces de ver la necesidad de otros. Pero si comprendiéramos la importancia de cada uno de ellos, nos esforzaríamos más en ponerlos al servicio de los demás, porque nos fueron dados precisamente, para ayudar y edificar a los que nos rodean. Si creíste que tu habilidad de escuchar y dar consejos, de ser compasivo y bondadoso con los pobres, de disfrutar el tiempo con personas enfermas, niños, ancianos o privados de libertad, de evangelizar, de cantar, de enseñar, de interceder por otros, eran parte de tu carácter, estás equivocado(a); son dones que recibiste de Dios y la manera en como los administres te será demandada cuando te presentes ante Él.
¿Y tú qué estás haciendo con el regalo que se te otorgó? ¿Agradeciste por él y lo estás usando correctamente o aún lo tienes guardado? ¿Te imaginas lo distinta que hubiera sido tu vida y la de otras personas si hubieras usado ese don en el momento indicado? Si hoy estás vivo(a), aún tienes tiempo para ser un canal de bendición para otras personas; pon al servicio de otros todo lo que Dios te dio, verás que el(la) más bendecido(a) serás tú.
Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos. 2 Corintios 12:15 (RVR1960)
El valor de una vida se mide por las vidas a las que afecta. Quienes son felices, deben ayudar a que otros encuentren la felicidad, pues el bienestar de cada uno está unido al bienestar común.
El valor de una vida se mide por las vidas a las que afecta. Quienes son felices, deben ayudar a que otros encuentren la felicidad, pues el bienestar de cada uno está unido al bienestar común.
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