“Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró por Sí mismo, diciendo: De cierto te bendeciré con abundancia y te multiplicaré grandemente. Y habiendo esperado con paciencia, alcanzó la promesa. Porque los hombres ciertamente juran por uno mayor que ellos, y para ellos el fin de toda controversia es el juramento para confirmación. Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento; para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros” (Hebreos 6:13-18 (RVR1960).
Somos hijos de Dios, somos sus herederos, y coherederos con Cristo Su Hijo. Soy la simiente de Abraham, soy heredera/o de bendición y recibo todas las bendiciones que Dios me ha prometido. Yo le creo a Dios, creo por fe en Sus promesas y en lo que Él me ha dicho en este día. Hoy abrazo Sus promesas y las recibo a mi vida en el nombre de Jesús. Dios me ha dicho y te dice también: “Ciertamente te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia más allá de número.” En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra; porque has obedecido mi voz. Te bendeciré y serás de bendición. Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar”.
“Jehová te bendiga, y te guarde; Jehová haga resplandecer Su Rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti Su Rostro, y ponga en ti paz. Y pondrán Mi nombre sobre los hijos de Israel, y Yo los bendeciré” (Números 6:24-27 (RVR1960).
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