Durante la II Guerra Mundial, un granjero de Sussex (Inglaterra), envió algún dinero a la Scripture Gift Mission, explicando que no podía contribuir más aquel año porque su cosecha no había sido buena por falta de agua. En la misma carta, pedía que los miembros de la oficina de esa entidad, que suelen reunirse todas las mañanas para orar a favor de la obra y sus sostenedores, rogaran a Dios que librara su propiedad de las bombas alemanas.
El secretario de la misión, le respondió prudentemente, que los empleados de la oficina orarían en su favor, pero no pidiendo que su propiedad fuera librada de las bombas alemanas, sino que se cumpliera la voluntad de Dios.
Pocas semanas después de esta correspondencia, un bombardero alemán cayó precisamente en el campo de este granjero. La explosión de su cargamento de bombas había sido tan fuerte, que todos los cristales de la granja quedaron rotos. Los miembros de la Misión dieron gracias a Dios, de que el accidente no hubiese tenido lugar sobre la propia granja, viendo en ello, una respuesta a sus oraciones.
Algún tiempo después la misión recibió un donativo mucho mayor que ningún año y una carta, en la que el granjero explicaba que la caída del bombardero alemán había abierto un boquete tan grande y de tal profundidad, que había dado salida a una corriente de agua subterránea y gracias a ella, su campo se veía libre de los efectos de la sequía en el futuro.
Casi siempre tendemos a orar pidiendo que Dios supla una necesidad que tenemos, que nos sane de alguna enfermedad que nos aqueja, que provea dinero para cancelar nuestras deudas y muchas cosas más que necesitamos; pero casi nunca oramos pidiendo que se haga Su voluntad.
Quizás lo apremiante de la situación que estamos viviendo, nos lleva a pedir cosas así de específicas y a veces, hasta con tono de orden; desde luego, no está mal que le demos a conocer a Dios nuestras necesidades, pero en ocasiones se nos olvida que Su voluntad es perfecta, y que Él ya conoce nuestro futuro y lo que verdaderamente necesitaremos mañana.
Jesús mismo, cuando oraba, pedía que se hiciera la voluntad del Padre y no solamente cuando enseñó a orar a sus discípulos: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6:10), también podemos verlo cuando estaba orando en el huerto del Getsemaní, a punto de ser entregado: “Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad”. Mateo 26:42
Si Jesús, oraba sometiendo su voluntad a la del Padre, ¡cuánto más nosotros deberíamos hacerlo!
Dios sabe qué necesidades tenemos y Él se encargará de suplir cada una de ellas. Si bien debemos orar presentándole nuestras peticiones, debemos confiar siempre en que su respuesta será la mejor para nuestras vidas,. aunque no venga de la forma como esperamos.
“No se inquieten por lo que van a comer o lo que van a beber. No se preocupen por esas cosas. Esas cosas dominan el pensamiento de los incrédulos en todo el mundo, pero su Padre ya conoce sus necesidades. Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás, y él les dará todo lo que necesiten. Lucas 12:29-31 (NTV)
Dios siempre te dará lo mejor, no necesariamente lo que pidas, sino lo que necesitas.
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