miércoles, 14 de enero de 2015

¡Anhela una verdadera amistad!


La amistad es el regalo más hermoso que Dios nos puede dar.
La amistad es la palanca que tenemos para progresar.
En este mundo, que se cae a pedazos y que nos confunde diciéndonos 
que lo bueno es aburrido y lo malo es magnífico, encontrar un verdadero amigo 
es una proeza de las que ya no hay.
Tener un amigo es el brazo que se necesita cuando se tropieza con los pies 
y es el aliento para decir ¡vamos, inténtalo otra vez!
Dichoso soy de tener amigos de verdad, que en momentos de angustia, 
tormento, duda y tristeza me dicen: ¡eh!, sonríe una vez más!
En especial, tengo uno que me invita a sonreírle a la vida y me dice 
que me decida a ser feliz, porque todo depende de mí.
Dios me da la vida, el aire, mil bendiciones, y entre todas ellas 
está la hermosa amistad, que me ha enviado para ser mucho más feliz.
Dios, encontrar un verdadero amigo es a veces muy difícil, 
doloroso, pero cuando hallas tan gran regalo, 
te dices a ti mismo, que sí existen los amigos de verdad.
Y ahora tú que dices tener un amigo, no olvides cuidar tu amistad y sobre todo, 
dar una segunda oportunidad; recuerda que un amigo se puede equivocar 
pero tú, como verdadero amigo, haz lo que sea 
para que tu amigo vuelva a soñar de verdad.
La amistad no es decir somos amigos y nada más.
La amistad es estar al pendiente de ese amigo a quien dices amar, 
es más que toda superficialidad 
e incluso más que un saludo en el día de la amistad.
Sé que quizás es mucho pedir, pero pelea vehemente 
porque tu amistad sea feliz, 
y si algún amigo te da la espalda no se la des tú también, 
pero no te humilles al extremo de perder tu amor y fe.

Recuerda que tu amistad es libre y es tu deber ejercer su libertad, 

como tú lo eres de ejercerla también.


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