Hubo un tempo en que esa ventana era transparente. Tu visión de Dios era clara. Podías ver a Dios tan nítidamente como podías ver un hermoso valle o una colina.
Entonces, de pronto, la ventana se quebró. Una piedra rompió la ventana. Una piedra de dolor. Ya no fue tan fácil ver a Dios. La vista que había sido tan clara, había cambiado. El pecado había roto el cristal.
- Estás confundido. Dios no permitiría que algo así ocurriera.
- ¡Mira!, aunque no lo puedas ver, confía en Él … está más cerca de lo que jamás soñaste. Aunque no lo veas, Él está tan cerca de ti que ni te lo imaginas. Deja de mirar la ventana rota y comienza a ver quién está más cerca de esa ventana. Te sorprenderás.
El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré. Salmo 91.1–2.
Si anduviere yo en medio de la angustia, tú me vivificarás; Contra la ira de mis enemigos extenderás tu mano, Y me salvará tu diestra. Salmo 138.7
La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. Juan 14.27.
Entonces, de pronto, la ventana se quebró. Una piedra rompió la ventana. Una piedra de dolor. Ya no fue tan fácil ver a Dios. La vista que había sido tan clara, había cambiado. El pecado había roto el cristal.
- Estás confundido. Dios no permitiría que algo así ocurriera.
- ¡Mira!, aunque no lo puedas ver, confía en Él … está más cerca de lo que jamás soñaste. Aunque no lo veas, Él está tan cerca de ti que ni te lo imaginas. Deja de mirar la ventana rota y comienza a ver quién está más cerca de esa ventana. Te sorprenderás.
El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré. Salmo 91.1–2.
Si anduviere yo en medio de la angustia, tú me vivificarás; Contra la ira de mis enemigos extenderás tu mano, Y me salvará tu diestra. Salmo 138.7
La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. Juan 14.27.
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