miércoles, 19 de noviembre de 2014

Tiempo para perdonar y olvidar

Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete. Mateo 18:21-22
“¿Recuerdas cuando… ?”, palabras que se oyen a menudo durante la Navidad. Con la familia o con amigos traemos a la memoria recuerdos agradables de navidades pasadas. Pero también nos vienen a la memoria experiencias que no quisiéramos recordar: el dolor de algo que pasó, las críticas negativas, la decepción de alguna promesa incumplida, el rechazo, las aflicciones...
¿Qué hemos de hacer con esa clase de recuerdos? ¿Hemos de conservarlos por el resto de nuestra vida junto con el resto de nuestras cargas?
No tiene que ser así, podemos deshacernos de esos recuerdos; es más, tenemos que deshacernos de ellos. Pero hay solo una forma de hacerlo: por medio del perdón. Perdonar a otros parece fácil de hacer, sin embargo, muy pocos lo hacemos. Miramos el perdón como una alternativa que tenemos en la vida, como algo que podemos aceptar o descartar. Pero la verdad es que el perdón es un requisito fundamental en la vida del creyente.
Desde el punto de vista de Dios, el rencor o la falta de perdón es una maldad. En Mateo 18, Jesús relata una parábola que ilustra las consecuencias del rencor. La parábola habla de un siervo que debía a su señor una deuda, que podría equivaler a millones de .... Cuando llegó el día en que debía pagarla, el siervo dijo a su amo: “Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo”. El amo se conmovió tanto que le perdonó toda la deuda.
Poco después, ese siervo buscó a un amigo que le debía el equivalente a 15.... Al enterarse de que el amigo no podía pagarle, hizo que lo encerraran en la cárcel y no le importó los ruegos que le hizo. Cuando el amo del siervo oyó lo que pasó, se indignó y dijo que era un siervo malvado, y lo entregó a los verdugos hasta que pagara todo lo que debía.
Observe que el montante de la deuda que no fue perdonada fue de quince.... Las deudas pequeñas son las que por lo general, nos causan más problemas: resentimientos insignificantes entre cónyuges o entre hermanos, rencores que no parecen tan importantes como para afrontarlos. Tenga cuidado, esa es la clase de deudas de las que Satanás se vale para atormentarnos. Jesucristo pagó una montaña de deudas por usted y sin duda, usted puede ser generoso con las deudas pequeñas que otros le deben.
Busque al Espíritu Santo y pídale que le muestre cualquier rencor que usted esté albergando. Luego, arrepiéntase y deshágase de ese rencor. Procure un tiempo no solo para recordar, sino también para perdonar y olvidar.

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