lunes, 10 de noviembre de 2014

Sacrificio - Reflexiones

Todos los años en Alaska, hay una carrera de trineos con perros de 1.600 kilómetros, en la que el ganador obtiene un premio de mucho dinero y prestigio. Lo que pocos saben es que esta carrera conmemora un hecho que originariamente, fue para salvar vidas.
En Enero de 1926, en el pueblo de Nome, Alaska, Richard Stanley, un niño de seis años, mostró signos de difteria, una enfermedad que suele ser tan rápida que acaba en pocas horas con el enfermo. Un día después murió el niño y con el peligro de una posible epidemia de esta enfermedad en el pueblo, el Dr. Curtis Welcha empezó inmunizando a todos los niños y adultos con un suero antidiftérico experimental. Pero en poco tiempo se acabó su provisión, y el suero más cercano se encontraba en la ciudad de Nenana, Alaska, a una distancia de Nome de 1,600 kilómetros de desierto congelado.
Asombrosamente, un grupo de hombres se ofrecieron voluntariamente, a hacer el viaje con sus trineos de perros. Operando en relevos, un trineo empezó desde Nome mientras otro, llevando el suero, empezó desde Nenana. A pesar de la congelación parcial de sus dedos y orejas, y de su fatiga y agotamiento, estos hombres siguieron esforzadamente, durante 144 horas con vientos de –15ºC grados, hasta hacer llegar el suero antidiftérico a Nome.
Como resultado de este gran sacrificio, solo murió una persona más. El sacrificio de estos hombres inestimables había proporcionado el regalo de la vida a un pueblo entero.
¿Te recuerda esta historia lo que hizo Dios por nosotros?, entregó a su hijo por toda la humanidad.
“En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó su vida por nosotros. Así también nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos. 1 Juan 3.16
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” Filipenses 2:5-8
“Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aun pecadores, Cristo murió por nosotros.” Romanos 5:8
De tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en El cree, no se pierda, sino que tenga vida eterna”. Juan 3.16

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