
Dios eligió a la nación de Israel para ser el pueblo a través del cual, y en el cual, Jesucristo nacería, el Salvador del pecado y la muerte (Juan 3:16). Dios primeramente, prometió el Mesías después de que Adán y Eva cayeron en pecado (Génesis capítulo 3). Más tarde, Dios confirmó que el Mesías vendría del linaje de Abraham, Isaac y Jacob (Génesis 12:1-3). Enviar a Jesucristo a esa tierra, esa fue la razón fundamental por la que Dios eligió a Israel para ser Su pueblo elegido. Dios no tenía por qué tener un “pueblo elegido”, pero decidió hacerlo de esa forma. Jesús habría de ir a alguna nación o pueblo, y Dios eligió a Israel.
A pesar de ello, la razón por la que Dios eligió a la nación de Israel no fue solamente con el propósito de enviarles al Mesías. Además, el deseo de Dios para Israel, era que ellos fueran y enseñaran a otros acerca de Él. Israel fue destinado para ser nación de sacerdotes, profetas y misioneros para el mundo. La intención de Dios fue que Israel fuera un pueblo diferente, una nación de gente que señalara a otros el camino hacia Dios y Su prometida provisión de un Redentor, Mesías y Salvador. Mayoritariamente, Israel falló en esta tarea. Sin embargo, el fin principal para Israel, que era el de traer mediante su linaje, al Mesías y Salvador, fue plenamente cumplido en la persona de Jesucristo.
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