lunes, 10 de noviembre de 2014

Tú eres la respuesta de Dios

Un hombre que había adquirido muchas riquezas por herencia y también como fruto de su trabajo, siempre se acordaba en sus oraciones, por cada persona que sufría de hambre o que no tenía un techo.
Su hijo continuamente lo escuchaba haciendo esa oración, rogando a Dios que supliera la necesidad de las personas que estaban en necesidad. Hasta que comenzó a pensar en todo lo que veía en su padre, y un día despejó su duda y le preguntó: Papá, siempre te escucho y te veo orar por los pobres, pero ¿realmente es posible que tú vayas a ayudarlos con lo que tienes?
Este relato nos muestra claramente, cómo a veces, nosotros rogamos, oramos y pedimos a Dios por otras personas. Llevamos mucho tiempo haciéndolo y... ¿no seremos el instrumento que Dios está esperando usar para bendecir a esas personas? ¿?
“Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?” Santiago 2.15-16 (RVR 1960)
Dios no nos puso en esta tierra para vivir nuestra vida, ocuparnos de nosotros, de nuestra salvación y de todo lo que nos incumba nada más. Dios señala muchas veces en su Palabra, que lo que quiere de nosotros es un amor fraternal, un amor que comparta.
El amor es dar y mirar por la otra persona. Dios actúa a través de su creación, nosotros somos sus hijos, parte de su creación, y Él espera que nosotros obremos con amor, que seamos esa bendición que muchos esperan. Ya sea para cubrir necesidades económicas, para dar Palabra y consejos al que lo necesite, un abrazo, o que le brindemos nuestro tiempo y nuestro cariño...
Estamos en esta tierra para amar, para dar. Nosotros somos las manos, los ojos y el corazón de Dios. Por eso debemos mirar a nuestro alrededor, y no solo limitarnos a observar y sentir pena ajena. Debemos orar, ir, predicarles, darles lo que necesitan y lo que esté en nuestras manos.
Eres tú el que puede hacer el cambio cuando oras por alguien.
“Porque no faltarán menesterosos en medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra”. Deuteronomio 15:11 (RVR 1960)
Mientras orabas, puede que no te dieras cuenta que tú eres la respuesta que Dios está dando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario