Analizaremos de la manera más sencilla, a través de este pasaje bíblico, las “TRES PARTES” que debemos tener en cuenta en la obra evangelizadora, en cumplimiento de la Gran Comisión:
- LA PARTE HUMANA (Vr. 13, 14)
Consiste en “anunciar” y “explicar”el mensaje de Salvación lo más sencillo y claro que se pueda. Esto fue lo que hizo el apóstol Pablo: “habló” (compartió) el mensaje del evangelio a las mujeres que estaban reunidas, incluyendo a Lidia (vr. 13). Era una mujer de negocios, de la ciudad de Tiatira entre Sardis y Pérgamo, famosa por sus telas teñidas (purpura real o carmesí), posiblemente viuda, una gentil que adoraba al Dios verdadero (temerosa) y seguía las enseñanzas de las Escrituras al igual que Cornelio. Sin embargo; no se había convertido por completo al judaísmo.
- LA PARTE DIVINA (Vr. 14)
Consiste en “abrir” y “tocar” el corazón de la persona: esto fue lo que hizo el Señor“; abrió” y “tocó” el corazón de Lidia (vr. 14). Muchas veces somos nosotros los que queremos convencer, persuadir y hasta obligar a la persona a convertirse o hacer la oración de fe. Por eso, muchas veces quedamos frustrados y sin ganas de continuar con el trabajo evangelizador.
No olvidemos que el único que convence de pecado, justicia y juicio es el Espíritu Santo (Juan 16: 8-11) y Él es quien abre el entendimiento para que las almas comprendan el mensaje de Salvación (Lucas 24: 25): la conversión es Su obra directa y exclusiva. La persona cree libremente pero es Él quien despierta el corazón con Su gracia (Hechos 16: 14)
LA PARTE DEL INCONVERSO (Vr. 15)
Consiste en “escuchar” y “aceptar” el mensaje de la Salvación tomando la mejor decisión (entregar su vida al Señor Jesucristo), y dando el paso de obediencia con el bautismo: esto fue lo que hizo Lidia (vr. 15). No es cuestión únicamente de creer y seguir a Cristo; también es cuestión de prepararse para el bautismo (Marcos 16: 15, 16; Hechos 8: 26-39; 10: 47, 48). Hasta el mismo Jesús dio este paso de obediencia (Mateo 3: 13-17; Marcos 1: 9-11; Lucas 3: 21, 22)
Concluyendo, cumplamos con la parte que nos corresponde anunciando las nuevas noticias del evangelio (la humana), permitamos que el Espíritu Santo convenza a la persona a quien estamos evangelizando (la divina), para que así ella o él tome la decisión más importante de la vida, que consiste en entregarle el corazón a Jesucristo y recibirle como Salvador único de su vida. ¡Hagámoslo!
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