viernes, 21 de noviembre de 2014

El Hombre De Atenas y El Hombre de Jerusalén - Análisis bíblico en hebreo y griego

Nuestra civilización contemporánea es como un pastel. El baño del pastel es el revestimiento de la moralidad Judío-Cristiana, pero el pastel en sí es plenamente griego. Nuestra aproximación a los conocimientos científicos de la justicia, la economía, la comunidad, la política, la educación, los negocios,... todos ellos se derivan de la filosofía griega, atemperada por la influencia moral Judío-Cristiana.
Una vez que nos comemos el baño del pastel (y hemos consumido una gran parte en los últimos 500 años), lo que nos queda es el pastel griego. Nuestra tarea es examinar el verdadero pastel griego que yace debajo del baño. Debemos hacerlo porque es necesario que comprendamos las inevitables consecuencias que tiene sostenernos mediante el consumo de pastel griego.
Esto es solo una investigación de la diferencia entre la perspectiva del mundo, basada en la filosofía griega y la perspectiva hebrea. El Dios de la Biblia no es griego. Los hombres y mujeres de la Biblia no son griegos. Ni siquiera lo son todos los libros del Nuevo Testamento. Es evidente que unos cuantos de estos libros, muchos, fueron escritos en griego, pero los patrones de pensamiento que utilizaron los hombres que los escribieron, eran profundamente hebreos.
La perspectiva hebrea es radicalmente diferente a nuestra apreciación contemporánea del mundo, que descansa en el modelo griego. Una vez que comenzamos a ver las diferencias, descubrimos nuevos conceptos de nuestra existencia física y espiritual. De hecho, el mismo descubrimiento, verdaderamente no es nada nuevo. Es tan antiguo como las arenas de la playa del día en que Dios dijo a Abraham, “de cierto te bendeciré grandemente, y multiplicaré en gran manera tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena en la orilla del mar” (Génesis 22:17).
Una de las razones por las que se nos dificulta tanto poner en práctica nuestra fe en nuestra vida cotidiana, es que nunca nos hemos tomado el suficiente tiempo para comprender estas diferencias. Somos parte de una herencia que se remonta a la Grecia antigua, cientos de años antes que Cristo caminara sobre las tierras de Galilea. También somos parte de una sociedad configurada durante más de dos milenios por las influencias romanas y cristianas.
El mundo de los griegos no se parecía en nada al mundo de los hebreos. Los griegos son los padres del pensamiento occidental. Los hebreos son de trasfondo oriental. Los griegos eran una cultura de ciudades-estado, un estado de gobierno por el pueblo, de diversidad étnica e historia intelectual de la razón y la teoría. Los hebreos eran una genealogía de descendencia tribal, de gobierno por la revelación del carácter de Dios, una cultura de peregrinos nómadas y con historia intelectual de sabiduría práctica y rituales culturales.
Nosotros somos el resultado de estas dos corrientes. Pero no hemos dedicado el tiempo preciso para ver cómo nos afectan estas dos fuertes corrientes. No hemos escuchado las diferencias entre las respuestas griegas y hebreas a las grandes preguntas de la vida. Y dado que no hemos comprendido que existe una diferencia enorme, continuamos con toda clase de problemas cuando intentamos practicar una fe en Dios basada en la cultura hebrea y dentro de un marco de referencia basado en la cultura griega.
Es sumamente difícil intentar vivir en los dos lados del abismo creado, por las enormes diferencias en las respuestas a estas complejísimas preguntas que vienen a continuación. Esta dificultad se manifiesta en la tensión en la vida cristiana, en nuestra interpretación Bíblica y nuestra relación con Dios.
Afecta a lo que pensamos sobre nosotros mismos, a nuestras relaciones con los demás y a cómo adoramos a Dios.
Estas dos corrientes culturales responden a preguntas fundamentales de manera muy diferente:
¿Qué es el Hombre?
¿Cuál es la naturaleza del universo?
¿Quién es Dios?
Los griegos responderían así:
1. El Hombre es único en el mundo, puesto que es la única criatura capaz de ejercer la razón. Su pensamiento racional hace al hombre lo que es.
2. El Hombre puede conocer la verdad por medio de sus habilidades racionales.
3. El mundo puede comprenderse plenamente por medio de la investigación racional.
4. El conocimiento es poder.
5. Las instituciones sociales son extensiones de las habilidades y conocimientos del Hombre.
6. El Hombre es capaz de resolver los problemas del mundo.
7. El Hombre no tiene límites cognitivos.
8. La autosuficiencia es la actitud necesaria para cumplir cualquier cosa imaginable.
9. El destino del Hombre es el de controlar su mundo.
10. El hombre tiene una chispa divina dentro de sí. La realización propia nos lleva hacia esta herencia divina.
11. Todos los caminos religiosos nos llevan a la iluminación espiritual.
¿Cómo responderían los hebreos a estas preguntas? Dirían algo así: 
1. Toda la creación comienza y termina con Dios.
2. El Hombre no es diferente al resto de la creación (es finito y dependiente) pero, al mismo tiempo, es creado para tener una relación diferente y especial con su Creador. Esa relación es un regalo de Dios.
3. El Hombre es completamente dependiente de Dios, aunque no reconozca esta dependencia.
4. Todo aspecto de la vida del Hombre yace bajo la soberanía y el control de Dios.
5. El problema más grande del Hombre es su decisión de rebelarse contra su Creador.
6. El Hombre no tiene chispa divina. Ha “caído” de su diseño original y ahora es un violador desobediente de la armonía perfecta de Dios.
7. El Hombre es incapaz de resolver su problema más fundamental por sí mismo.
8. Dios juzgará las acciones del Hombre según Su parámetro de santidad absoluta.
9. Dios es el enfoque central de toda la creación, no el Hombre.
10. El conocimiento, la confianza en uno mismo, son necedades seductoras en cuanto al verdadero problema del Hombre.
11. La Verdad de Dios es poder.
12. La sabiduría es la aplicación de la Verdad de Dios.
13. Dios es el único Ser capaz de decidir lo que es bueno y cierto.
14. Dios espera que todos los hombres sigan sus instrucciones para la vida (la Tora-primeros cinco libros de la biblia).
Todo esto nos ayuda a ver las profundas diferencias entre estas dos apreciaciones del Hombre. Fundamentalmente, la perspectiva hebrea es que Dios es el agente principal en este universo. Todo gira alrededor de Él, de Sus propósitos, Su voluntad y Su control.
Mientras, la perspectiva griega cree que el agente principal del universo es el Hombre. Los elementos más importantes del mundo son las metas, creaciones, habilidades y decisiones del Hombre. Estas dos corrientes no son compatibles. Las diferencias son tan distantes que no existe posibilidad de transigencia alguna.
Nuestro propio pensamiento contemporáneo es fundamentalmente griego, y se opone, junto a nuestro comportamiento a la perspectiva hebrea. Así que, toma un poco de tiempo para contemplar donde yaces. ¿Eres griego o hebreo?

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