domingo, 2 de noviembre de 2014

El pacto con Dios, superior a otros pactos

Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre… 1 Corintios 11:25
“Nuevo Pacto”: son palabras bíblicas conocidas para la mayoría de nosotros, pero ¿sabemos lo que realmente significan? Si lo supiéramos, todos seríamos gigantes de la fe. En vez de luchar “tratando” de creer en las promesas de Dios, seríamos como Abraham: “… que se fortaleció por la fe,… plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido” (Romanos 4:20-21).
Pacto Sangre JesusEsa es la clase de confianza que surgió en Abraham, cuando Dios estableció el pacto con él. Era un pacto inferior al nuestro, hecho con la sangre de animales. Sin embargo, transformó a un Abraham dudoso en el padre de la fe. ¿Por qué? Porque Abraham entendió la importancia del pacto. Sabía que al hacer un pacto de sangre se estaba dando completamente y para siempre a otra persona. Una vez que lo hiciera ya nada sería exclusivamente suyo. Todo lo que era y todo lo que tenía o pudiera llegar a tener, debía compartirlo con la persona con quien hacía el pacto.
En los días de Abraham, en la ceremonia de un pacto, los interesados intercambiaban túnicas, dando a entender con ello el intercambio de autoridad. Intercambiaban también sus armas, lo cual quería decir: “Tus enemigos son ahora mis enemigos, pelearé tus batallas como si fuesen las mías”. Luego caminaban por en medio de la sangre de los animales sacrificados, prometiéndose lealtad mutua hasta la muerte.
Cuando Dios hizo el pacto con Abraham, éste comprendió que no había más lugar para la duda. Dios le había mostrado cuán intensamente quería ser su Dios; le había dado todo lo que tenía y había establecido una relación con él que no podía ser disuelta. Abraham conocía muy bien la importancia de un pacto. El pacto le convenció de una vez por todas, de que podía confiar en las promesas de Dios. Llegó a ser un ancla para su alma.
¿Quiere usted ser un gigante de la fe como lo fue Abraham? Entonces escudriñe el pacto que tiene con Dios. Estúdielo a la luz de la Palabra. Deje que el Espíritu Santo le muestre lo que significa que Jesús se sacrificó para ratificar el pacto suyo con Dios. Deje que le enseñe lo que significa que Él le haya dado el nombre (Juan 16:23), la autoridad (Mateo 28:18-20), la armadura y las armas de Dios (Efesios 6:10-17). Una vez que entienda lo que Jesús quiso decir cuando dijo: “Esta copa es el nuevo pacto (ratificado, confirmado) en mi sangre”, su vida nunca será la misma.

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