jueves, 16 de octubre de 2014

En soledad, pero no solo

La breve nota que me envió decía mucho.
-Soy una persona incapacitada en una silla de ruedas, escribió. Me siento sola, a pesar de que sé que nunca estoy sola. Dios siempre está presente. No tengo mucha gente con quien hablar.
La palabra soledad es considerada la más desolada del idioma. No respeta edad, raza, condición económica ni inteligencia.
Albert Einstein dijo:  -Es paradójico ser conocido universalmente, y al mismo tiempo sentirse solo.
Dios nos hizo para intimar con otras personas y acompañarlas. Incluso antes que el pecado entrara en el mundo, declaró que no era bueno que el hombre estuviera solo (Génesis 2:18).  Por eso mucha gente, a menudo se siente muy vacía por dentro.
Jesús también conoció la soledad.  Seguro que la sintió cuando sus discípulos lo abandonaron (Marcos 14:50). Sin embargo, la presencia del padre lo compensó en abundancia. Jesús dijo: No estoy solo, porque el Padre está conmigo.  Juan 16:32.  Esa intimidad con el Dios está disponible a todos los que ponen su confianza en Él y en su Palabra.
Podemos disminuir nuestra sensación de soledad acercándonos a los demás. Pero aún más importante es que debemos acercarnos a Dios. Él siempre está con nosotros, y desea que tengamos comunión con Él durante todo el día.
…Seréis esparcidos, cada uno por su lado, y me dejaréis solo; y sin embargo no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Juan 16:32

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