“Sólo pídelo, y te daré como herencia las naciones, toda la tierra como posesión tuya. ”(Salmo 2: 8. Nueva Traducción Viviente)
Tenga presente siempre, en cualquier circunstancia, incluso en aquellas que simulan ser adversas, que Dios nos concibió para ser triunfadores. Cuando Él nos hizo no estaba pensando en fracasados sino en vencedores. Nuestro amoroso Padre celestial ya hizo su parte, ahora nos corresponde a nosotros, cambiar esos esquemas de pensamiento que nos han amarrado a la ruina, a la miseria, al dolor y a la frustración.
Nuestro amado Dios es un Dios de sueños y grandes metas, y por supuesto, Él no se molestará si le pedimos grandes cosas. Desea que seamos soñadores, que emprendamos proyectos de altos vuelos. Si usted lee las Escrituras, por ningún lado hallará un Dios de cosas pequeñitas sino de grandes iniciativas.
De nuevo, Dios no se incomoda si le pedimos grandes cosas. Si nos movemos en el centro mismo de Su voluntad, nos concede lo que le pidamos. Él nos hace vencedores sobre las circunstancias, sobre los obstáculos que encontramos al paso y sobre quienes se oponen a que salgamos adelante.
Es tiempo de desempolvar esos viejos sueños y proyectos a los que renunció, quizá ante el más mínimo obstáculo. Tenga presente que Dios le acompañará a conquistar grandes metas si va tomado de Su mano poderosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario