miércoles, 22 de octubre de 2014

Con mi corazón y mis manos

Meditaba en su cuarto de estudio un predicador, buscando una ilustración sobre el amor, cuando de pronto entró en el cuarto su hijita pequeña, diciendo:
-Papá, siéntame un poco sobre tus rodillas.
-No, hijita, no puedo ahora; estoy muy ocupado, contestó el padre.
-Quisiera sentarme un momento en tus rodillas, súbeme, papá.
El padre no pudo negarse a una súplica tan tierna, y tomó a la niña y la subió a sus rodillas, y dijo:
-Hijita mía, ¿quieres mucho a papá?
-Sí que te quiero, contestó la niña-, te quiero mucho, papá.
-¿Cuánto me quieres, pues?
La niña colocó sus manitas en las mejillas de su padre, y apretándolas suavemente, contestó con afecto:
-Te quiero con todo mi corazón y con mis dos manos.

Esta respuesta encerraba, en pocas palabras, lo que debe entenderse por una dedicación completa, y dio al predicador el ejemplo que buscaba.
A veces no tenemos palabras para expresar cuánto amor sentimos por alguien, pero a pesar de ello, podemos echar mano de la imaginación de un niño cualquiera, para expresar lo que sentimos.
Dios quiere que le amemos a Él con todo el corazón y con las dos manos…pero que también amemos a quienes nos rodean, con todo el corazón y con las dos manos.
Génesis  24:18
Sírvase, mi señor le respondió. Y en seguida bajó el cántaro y, sosteniéndolo entre sus manos, le dio de beber.
Génesis 49:24
Mas su arco se mantuvo poderoso, Y los brazos de sus manos se fortalecieron por las manos del Fuerte de Jacob.
Éxodo 29:24
y lo pondrás todo en las manos de Aarón, y en las manos de sus hijos; y lo mecerás como ofrenda mecida delante de Dios.

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