Muchas personas creen que el sufrimiento o las dificultades son síntomas de que estamos en pecado. Puede ser una de las causas, pero no siempre es así. En algunos casos es porque Dios nos desea llevar a otro nivel de su propósito, y para esto requerimos que nuestro corazón esté preparado.
Un día me preguntaba el motivo de la adversidad que azotaba a mi alma y por qué no tenía lo que tanto anhelaba. Despacito, pero sin pausa, me veía abriendo una puerta a la tristeza, hasta que entendí que Dios deseaba desarrollar su gozo en mí. Para que lo entendamos, Dios quiere moldear nuestro carácter para que sea como el de Cristo. A Él le interesa más un hijo consagrado y maduro, que un hijo con muchas habilidades o capacidades ministeriales. No significa que lo último este mal, sino que nuestro carácter debe ser parte principal para el éxito de nuestro ministerio.
Dios moldeará nuestras vidas, nos hará pasar por el fuego del sufrimiento para que nuestros motivos sean purificados; por tiempos tormentosos, para que nuestra confianza dependa de Él y no de lo que vemos; por la soledad, para que entendamos que lo más importante es tener una relación con Él que con nadie más; por el secretismo, para que escuchemos sus instrucciones de lo que quiere para nosotros.
Dios nos habla, y cuando nos habla, lo hace a nuestro corazón, y nos pregunta si estamos dispuestos a pasar por su proceso divino. Cada uno de los discípulos tuvo que enfrentarse a tratar con Jesús. En ocasiones les dijo que eran hombres de poca fe, y a pesar de ello, la mayoría siguió adelante y fueron apóstoles impactantes para la iglesia primitiva.
Dios ha puesto semillas en tu corazón, y el fruto de su Espíritu está por brotar. Una paz que sobrepasa nuestro entendimiento, una plenitud del gozo de su presencia, una fe que hace mover montañas, un amor que espera, soporta y cree, una paciencia que produce un corazón entendido en los tiempos divinos y no se acongoja. Hay mucho que Él hará crecer en nuestras vidas.
Sea cual sea tu situación, sigue adelante y cobra fuerzas en el Señor. No permitas que la desilusión o el desánimo invada tu vida, ¡olvídalos!, tú persiste en la voluntad de Dios. En el siguiente versículo, vemos como el profeta Habacuc, a pesar de todo, se alegraría en Jehová. Ahora el reto es para nosotros. ¿Cómo reaccionaremos?
Aunque la higuera no florezca,
Ni en las vides haya frutos,
Aunque falte el producto del olivo,
Y los labrados no den mantenimiento,
Y las ovejas sean quitadas de la majada,
Y no haya vacas en los corrales;
Ni en las vides haya frutos,
Aunque falte el producto del olivo,
Y los labrados no den mantenimiento,
Y las ovejas sean quitadas de la majada,
Y no haya vacas en los corrales;
Con todo, yo me alegraré en Jehová,
Y me gozaré en el Dios de mi salvación.
Y me gozaré en el Dios de mi salvación.
Jehová el Señor es mi fortaleza,
El cual hace mis pies como de ciervas,
Y en mis alturas me hace andar.
El cual hace mis pies como de ciervas,
Y en mis alturas me hace andar.
Habacuc 3:17-19
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