martes, 5 de agosto de 2014

Entiendo el propósito divino

Día a día, Dios está buscando personas que deseen su presencia y que hagan su voluntad. Hombres y mujeres que estén dispuestos a dejar su estilo de vida con el fin de seguirlo. Él promete acompañarnos a transitar el camino, pero ¿qué cosas tendremos que pasar para persistir en su propósito?
Muchas personas creen que el sufrimiento o las dificultades son síntomas de estar en pecado. Puede ser una de las causas, pero no siempre es aplicable. En muchos casos es porque Dios nos desea llevar a otro nivel de su propósito, y para esto necesitamos que nuestro corazón esté preparado.
Un día me preguntaba el motivo de la adversidad que azotaba a mi alma y por qué no tenía lo que anhelaba. Me veía instalado en la tristeza hasta que entendí que Dios deseaba desarrollar su gozo en mí. Entendamos que Dios quiere moldear nuestro carácter como el de Cristo. A Él le interesa más un hijo consagrado y maduro, que un hijo con muchas habilidades, incluso ministeriales. No significa que lo último esté mal, sino que nuestro carácter es, de momento, solo una parte importante para el éxito de nuestro ministerio.
Dios moldeará nuestras vidas, nos hará pasar por el fuego para que nuestros motivos sean purificados; en la tormenta, para que nuestra confianza dependa de Él y no de lo que sentimos; en la soledad, para que entendamos que lo más importante es tener una relación con Él que con nadie más; en lo secreto, para que escuchemos sus instrucciones de lo que quiere para nosotros.
Dios está hablando a nuestro corazón y nos pregunta si estamos dispuestos a pasar por su proceso divino. Cada uno de los apóstoles tuvo que afrontar el trato de Jesús. En ocasiones les dijo que eran hombres de poca fe, sin embargo, siguieron adelante y fueron apóstoles de impacto para la iglesia primitiva.
Dios ha puesto semillas en tu corazón, y el fruto de su Espíritu está por brotar. Una paz que sobrepasa nuestro entendimiento, una plenitud del gozo de su presencia, una fe que hace mover montañas, un amor que espera, soporta y cree, una paciencia que produce un corazón entendido en los tiempos divinos y no se acongoja. Hay mucho que Él hará crecer en nuestras vidas.
Sea cual sea tu situación, sigue adelante y cobra fuerzas en el Señor. No permitas que la desilusión o desánimo invada tu vida, en cambio, persiste en la voluntad de Dios. En el siguiente versículo, vemos como el profeta Habacuc entendió que a pesar de todo, él se alegraría en Jehová.  Ahora el reto es para nosotros. ¿Cómo reaccionaremos?

Aunque la higuera no florezca,
Ni en las vides haya frutos,
Aunque falte el producto del olivo,
Y los labrados no den mantenimiento,
Y las ovejas sean quitadas de la majada,
Y no haya vacas en los corrales;
Con todo, yo me alegraré en Jehová,
Y me gozaré en el Dios de mi salvación.
Jehová el Señor es mi fortaleza,
El cual hace mis pies como de ciervas,
Y en mis alturas me hace andar.
Habacuc 3:17-19

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