El mensaje que Dios le dio a Samuel no fue placentero. Tenía que decirle a Elí, su mentor, que Dios iba a juzgar su casa por el comportamiento de sus hijos. Ocasionalmente toda la línea familiar moriría. Este no era el tipo de profecía que Samuel deseaba compartir.
Pero Samuel era fiel a Dios y, a pesar de su corazón apesadumbrado y espíritu humilde, compartió el mensaje con Elí. Lo principal en esta tarea, es que Samuel hizo lo que tenía que hacer de la forma más humilde y amorosa.
¿Te ha dado Dios un trabajo difícil como el de Samuel? ¿Algún amigo o pariente está haciendo algo malo y necesitas ayudarlo o aconsejarlo? Quizá tengas miedo de poner en juego tu relación con él.
Acerca de cumplir con las cosas verdaderamente difíciles, ¿estarías dispuesto a perder tu vida por Cristo? Por emotiva, espiritual y ciertamente relevante que sea esta pregunta, no es de esperar que morir por Cristo sea, en verdad, la pregunta que debamos hacernos. En cambio, sí que es un desafío para nosotros y este desafío no está desconectado de la misma pregunta.
O sea, no podré confiar en Dios en las grandes tormentas, si en las pequeñas traté de arreglármelas solo.
Vivir por Cristo es el primer requisito para morir por Él. La obediencia cuando nadie mira, viene antes que la obediencia en público; es anterior a la obediencia difícil, la obediencia que cuesta algo. Por eso no se pueden fingir las cosas difíciles, y por eso es que las cosas pequeñas y fáciles siempre vienen antes que las grandes y difíciles.
¿Cuáles son algunas de las cosas difíciles a las cuales Dios te llama hoy? ¿Cómo lograrlas?
Goliat no era el gigante aterrador que estamos acostumbrados a ver en las fábulas o cuentos. Era un terrorista que estaba empecinado en destruir a Israel. Cada día, durante seis semanas, el ejército de Israel se encogía de miedo sabiendo que si los filisteos ganaban la batalla, ellos perderían sus casas, sus familias, sus trabajos y su país.
Y entra en escena David, el adolescente con una fe inmensa en Dios que no se suponía que debiera estar ahí, para aceptar el desafío porque nadie más lo hacía. Dios había cuidado de él en el pasado, y él sabía que Dios lo ayudaría ahora para derrotar al gigante.
Y entra en escena David, el adolescente con una fe inmensa en Dios que no se suponía que debiera estar ahí, para aceptar el desafío porque nadie más lo hacía. Dios había cuidado de él en el pasado, y él sabía que Dios lo ayudaría ahora para derrotar al gigante.
¿A qué gigantes te enfrentas? ¿Cuáles son las cosas difíciles que tienes por delante? Tal vez sufras por el divorcio de tus padres, o quizá tienes un hábito que parece que no puedes dominar. Cualquiera que sea el gigante, tienes que saber que Dios está contigo. Cuando parezca que no tienes fuerza, ve con Dios, y Él te ayudará a ganar tus batallas.
Indudablemente, Dios permitirá que los gigantes lleguen a tu vida. Entonces, ¿cómo haces para lidiar con los enemigos que parecen imposibles de vencer? Aquí tienes algunos pasos que tomó David para lograr la victoria:
- Date cuenta de que no puedes ganar por tu propia fuerza. David no pensaba que era lo suficientemente fuerte, inteligente o atlético para vencer a Goliat. Sabía que su victoria dependía de Dios. David confiaba en Dios.
- Sé tú mismo. A David no le sirvió la armadura de Saúl. Así que trabajó con lo que sabía utilizar: su honda. No intentó impresionar a Goliat, no podía. David vino con lo que tenía y confió en que Dios lo ayudaría.
- Reflexiona en victorias del pasado. David nunca se olvidó de los episodios con el león y el oso. Recuerda las otras veces que Dios te ayudó a superar situaciones difíciles. Lleva estos recuerdos contigo como evidencia del milagroso poder de Dios.
No mires a los costados
Cuando das un salto de fe, te lloverán las críticas. Eso está garantizado. David no era diferente. Su hermano mayor, cuestionando sus motivos, estaba enojado con él por su osadía y hasta por estar en la batalla. El rey Saúl, quien supuestamente debía ser el líder, pensó que David estaba loco por aceptar la lucha mano a mano contra Goliat. Puede que no tuviera miedo de que David perdiera, sino de que ganase y les restregara la victoria en la cara. Se suponía que eran guerreros altos, fuertes, entrenados y preparados. Sin embargo, no eran más que unos cobardes sin fe.
No tengas miedo cuando te enfrentes a las críticas, aunque provengan de otros cristianos. Los que las emiten pueden decirte que eres demasiado radical. Es posible que se burlen de tu voluntad de compartir tu fe. Se sentirán un poco incómodos con tu felicidad de lo que sucede en tu iglesia y en tu vida espiritual.
Así que tienes que elegir. Puedes escuchar a los que predican el desastre o no. Si te mantienes firme, Dios hará algo grande con tu vida. Es tu decisión.
¿Crees que eres el único que ha sido criticado por llevar tu andar con Dios hacia el siguiente nivel, o por tener una fe radical que alcanza lo imposible? Toma en consideración a Gedeón, alguien a quien Dios le pidió que hiciera cosas bastante extraordinarias y nada sencillas.
Gedeón solo pensaba en sus propias cosas y ni siquiera era el mejor líder de su familia. ¡Y Dios le pidió que luchara contra el enemigo más temido de Israel con solo trescientos hombres! ¿Te imaginas las miradas que recibió? Su gente pensaría: “¿Cómo?, ¿Dios te pidió que hagas qué?” Pero la débil fe de Gedeón se convirtió en fuerte cuando vio lo que Dios podía hacer (Jueces 6-7).
Y también podríamos escribir tu nombre, porque Dios todavía trabaja para tomar nuestras vidas comunes y corrientes y nuestra fe débil, y hacer algo completamente extraordinario.
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