lunes, 21 de julio de 2014

Una Gran Fe

La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. Romanos 10:17.
Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe. Lucas 17:5.
Que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. 1 Corintios 2:5. 
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Un centurión romano, un pagano, tenía un esclavo paralítico que sufría mucho. Sin duda había hecho todo lo posible para curarlo, pero sus esfuerzos habían sido en vano; el hombre iba a morir. El centurión oyó hablar de Jesús y envió algunos ancianos de los judíos para que le rogasen que viniese a salvar a su esclavo (Lucas 7;2-3). No se atrevía a ir él mismo porque temía molestar a alguien tan importante.  Cuando el Señor se acercaba a su casa, el centurión envió a su encuentro unos amigos para que le dijesen: “No soy digno de que entres bajo mi techo; pero di la palabra, y mi criado será sano(versos 6-7).
Solo necesitaba que dijese una palabra, nada más, pues sabía que en Jesús estaban tanto el poder como el amor. Jesús admiró esa actitud y declaró que incluso en Israel no había hallado una fe tan grande. “Al regresar a casa los que habían sido enviados, hallaron sano al siervo que había estado enfermo(verso 10).
Jesús admiró a ese hombre. La confesión que hacía de su indignidad, la certeza de que en Jesús estaban el poder y el amor para satisfacer sus necesidades, y su fe en una sola palabra fueron recompensados. Jesús le dijo: “Como creíste, te sea hecho”. “La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve(Hebreos 11:1).

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