lunes, 14 de julio de 2014

Momentos

Hay momentos dulces, hay momentos tiernos, hay momentos grandes, pequeños, altos, anchos, inolvidables, memorables, hermosos, especiales, felices, inquebrantables, tristes, inalterables, insuperables y hay momentos inexplicables… 

Toda nuestra vida se compone de momentos, algunos llegan a ser la expresión absoluta de la felicidad, pero siempre está el lado contrario, la expresión absoluta de la tristeza.
Pasamos de unos momentos a otros, tratando de vivir una vida agradable para Dios. Un día estamos seguros de lo que tenemos y al otro día, en solo un momento, todo cambia de la forma más abrupta, sin pedirnos permiso, sin carta de invitación, sin previo aviso; solo cambia, y cambia todo lo que creíamos seguro, en un solo momento.

Hay momentos en los que no entendemos nada, momentos muy difíciles de explicar, momentos en los que la vida da un giro de 180° y quedamos de espaldas a la realidad. Momentos incomprensibles.

Sin embargo, Dios tiene Su propósito, eso es seguro, pero todos en algún momento nos hemos preguntado ¿Por qué está pasando esto? Y hemos dicho “Dios por favor, ayúdame, porque no entiendo nada de lo que está pasando en este momento”, momentos inciertos, momentos desiertos.

Muchos, por no decir todos, sienten impotencia por algo, en alguna área, por no poder comprender qué es lo que pasa, cuál es el propósito, qué es lo que Dios quiere. Momentos pensantes, momentos creyendo.
Es completamente cierto que Dios es el dueño absoluto de nuestras vidas, pero no todo lo que nos pasa en esos momentos de impotencia, es porque Dios tenga algo que ver. Algunos de nuestros momentos son provocados por nosotros mismos, por nuestras actitudes, por nuestra incredulidad, por nuestra desobediencia, por nuestra falta de fe...; por eso siempre hay que preguntarnos si estos momentos son o no culpa nuestra y examinar en qué instante hemos hecho algo para que así ocurra. Momentos premeditados, momentos inminentes.

Pero hay otros momentos que salen de la nada, que llegan por sorpresa y cambian todos nuestros planes; momentos que no pensamos volverían, momentos que no esperábamos, momentos que negábamos, momentos que estaban borrados; pero que cuando menos lo pensamos, aparecen, son momentos insolentes.
Para todos los que están pasando por momentos de tristeza, porque para la felicidad no queremos cura ni la hay, Dios es fiel, amigo, Señor, Omnipotente, Omnipresente, Omnisciente, todo lo ve, y Él nunca nos ha dejado solos, ni lo hará mientras tengamos claro que es el Señor de nuestra vida.

Jesús pasó por momentos de suprema felicidad y también de absoluta tristeza; tanta, que llegó un momento en el que lloró lágrimas de sangre, cosa que ni tú ni yo hemos hecho. Por eso Jesús comprende perfectamente nuestras lágrimas y nuestro dolor en esos, aquellos, o estos momentos. Si sientes que ya no puedes más, ve y póstrate ante Jesús; seguro que Él sabrá entender perfectamente lo que te pasa en estos momentos. Momentos amorosos, momentos solos.

Independientemente de quienes seamos, dónde estemos, dónde leamos esto, todos, absolutamente todos, estamos pasando por momentos; pueden ser felices, tristes, amargos, acompañados, solos, grandes, diminutos, lejanos, cercanos, pero son momentos. ¿Cómo estás en este momento? Mientras lloras, siente el abrazo poderoso de Dios que siempre ha estado y estará en todos tus momentos. A pesar de que creas que se ha ido y te ha dejado solo, a pesar de que no veas que esté actuando, Jesús siempre estará en todos tus momentos, en todos y en cada uno de ellos. Momentos callados, momentos silenciados.
Si en este momento sientes que ya no puedes más, ¡Detente por un instante!, arrodíllate y habla con Jesús, llora a su lado, llora en sus piernas, desahógate, dedica un momento para contarle por qué en este momento te sientes así, que está pasando, qué quieres, qué no entiendes… y comienza a sentir cómo, en este momento, todo se va dispersando, cómo el sol comienza a salir, cómo se alejan las nubes, la lluvia cesa, los pajaritos cantan; Dios ha pintado un nuevo día para ti en este mismo momento, abre tus ojos y mira el firmamento, el cielo totalmente despejado, todo se ve con claridad… 

Jesús te dice: “Hijo mío, al igual que tú, yo también pasé por momentos de angustia, yo también caminé sintiendo que no podía más. Sé exactamente lo que estás pasando, sé exactamente lo que estás viviendo, sé que ya no puedes más… pero ¡mírame a mí! Aquí estoy yo para ti, para comprenderte, para ayudarte, para alentarte a seguir adelante, para sostenerte, para amarte, para decirte que en todos y en cada momento, en los fáciles y en los difíciles, ahora, antes y después, siempre estoy en esos momentos a tu lado. Sé que me necesitas y nunca te dejaré, nunca te abandonaré. Confía en que yo estoy y estaré en todos tus momentos. Te amo”.

A pesar de que no entendamos este momento, sigamos caminando, sigamos adelante, porque un día veremos a Dios y podremos correr hasta Él y decirle, gritarle… “¡Gracias Dios por haber estado en todos esos momentos…!” y lloraremos abrazándolo para siempre.
“Gracias Dios por esos, aquellos y estos momentos. Aunque no comprendamos lo que pasa ahora, aunque no entendamos muchas cosas, sabemos que Tú estás a nuestro lado. Guíanos, tómanos de tu mano y no nos sueltes nunca, ayúdanos a ver más allá, y a entender cuál es el propósito con todo esto, que aunque ahora no lo veamos, creemos. Gracias por todo. Gracias por ser nuestro Dios. Regálanos tu bendición absoluta ¡en este momento!”

Mientras Dios esté con nosotros en cada momento, seguiremos adelante.

“…En cuanto a mí, te cantaré por la mañana; anunciaré a voz en cuello tu amor y tu poder. Pues tú has sido mi protección, mi refugio en MOMENTOS de angustia” 

 Salmo 59:16

Hay momentos inexplicables, hay momentos insuperables, hay momentos inalterables, hay momentos tristes, hay momentos inquebrantables, hay momentos felices, hay momentos especiales, hay momentos lindos, hay momentos memorables, hay momentos inolvidables, hay momentos anchos, hay momentos altos, hay momentos pequeños, hay momentos grandes, hay momentos tiernos y hay momentos dulces… como ahora.

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