lunes, 14 de julio de 2014

La misión de Cristo

Después de considerar quién fue Jesús, estamos en mejores condiciones de comprender qué vino a hacer por nosotros.
Satanás hizo acusaciones contra Dios. Además de hacer frente a esas acusaciones, Jesús vino para representar el carácter del Padre y corregir el concepto falso de muchos acerca de la Deidad. Él quería que conociéramos a Dios, porque conocerlo es indispensable para tener vida eterna (Juan 17:3).
Sin embargo, necesitamos más que conocimiento para ser salvos. Necesitamos que Dios nos provea un Salvador. Y ese es, precisamente, el significado del nombre Jesús: Yahweh, que significa salvación (Mateo 1:21). Jesús describió su misión en términos muy claros: “el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10). En el Edén, el hombre perdió su relación con Dios, perdió su santidad, perdió su hogar y perdió la vida eterna, perdió todo. Pero Jesús vino para restaurarlo todo: restableció nuestra relación con el Padre (Juan 1:51), perdona nuestros pecados (Mateo 26:28), nos dio un ejemplo de cómo vivir (1 Pedro 2:21), nos está preparando un hogar (Juan 14:1-3) y nos da vida eterna (Juan 3:16).
¿Cómo definió Jesús la esencia de su misión? Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Juan 10:11; Como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. Mateo 20:28.
¿Por qué tuvo que morir Jesús? Fue porque voluntariamente ocupó nuestro lugar y sufrió el castigo de nuestros pecados. Todos somos pecadores (Romanos 3:23) y, por lo tanto, merecemos la muerte eterna (Romanos 6:23). El precio de nuestra salvación fue tan alto, que solamente la vida del Hijo de Dios tenía valor suficiente para pagar por ella.
“La quebrantada Ley de Dios exigía la vida del pecador. En todo el universo, únicamente existía uno que podía satisfacer sus exigencias en lugar del hombre. Y puesto que la Ley divina es tan sagrada como el mismo Dios, solamente uno igual a Dios podría expiar nuestra transgresión. Nadie sino Cristo, podía salvar al hombre de la maldición de conculcar la Ley y colocarlo otra vez en armonía con el Cielo”.
¡Mira el mundo y el destino que nos espera a todos! Si todo terminara en la tumba, ¿qué esperanza tendríamos? Ninguna si no fuera por el plan de salvación. ¿De qué modo podemos mostrar nuestra gratitud a Dios por lo que Él ha hecho por nosotros en Cristo?

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