domingo, 20 de julio de 2014

Honrar la vida con mi vida

En este preciso momento cientos de vidas se van extinguiendo. Tengo pleno conocimiento de la vida de dos personas que en este mismísimo instante, están luchando contra una enfermedad devastadora que les impide vivir de la manera en que tú y yo lo hacemos. 
Cuando nos enfrentamos a esta realidad y no nos pasa de largo, es inevitable realizar algunos ajustes en nuestra propia visión de la vida y de la muerte.
Hasta antes de encontrarme con la muerte cara a cara, me parecía aterradora y hasta un castigo. Pensar en que alguien a quien yo amo deje de estar presente físicamente y se transforme en una seguidilla de recuerdos, me parecía insostenible e insoportable; hoy soy capaz de verlo de otra forma.
honrar la vidaHace varios meses atrás conversaba con alguien sobre este tema y entre lágrimas, me podía dar cuenta que mi relación con la muerte pasó de ser “es complicado” a “está comprometido con...”, porque me di cuenta de mi alto compromiso con la vida. Es cierto, lo invariable es que todos algún día moriremos, dejaremos de ostentar este cuerpo de carne y hueso (algunos más carne, otros más hueso), y daremos nuestro último aliento de vida. No obstante, es necesario prepararnos para ese momento, tanto para cuando llegue el momento de partir de quienes amamos, como el nuestro. Y una buena manera de hacerlo es disfrutar la vida mientras tanto no llegue, sacarle partido y aprovechar cada instante, y cuando no me den ganas por mí, hacerlo por quienes, pese a que se aferraron a la vida, no permanecieron entre nosotros.

Cuando pienso en lo anterior, se me ocurre la oración que lleva por título este escrito: “Honrar la vida con mi vida”. La palabra “honrar” viene del latín honorāre, que quiere decir respetar a alguien, enaltecer o premiar su mérito y darle honor o celebridad. Por lo tanto, honrar la vida con mi vida es respetar lo que soy y lo que hago, enaltecer la vida a través de actos extraordinarios como, desarrollar mi empatía con otr@s o la capacidad de ayudarles cuando necesitan de mí, es celebrar aquello que puedo hacer por el simple hecho de poder hacerlo.

De sobra sabemos que no es fácil hacer de nuestra vida una fiesta todos los días; existen días en que la actitud festiva parece que se alejó de nosotros, que a alguien se la prestamos y no nos la devolvió, pero si te fijas bien está mismo donde la dejaste, en el mismo sitio para irla a buscar y para que la honres por ti, y por quienes quisieron y no pudieron.

Nuestra vida es un precioso regalo, no es infinita, pero nos llena de infinitos recuerdos; tal vez no siempre nos agradará la manera en que las cosas se dan, pero también la podemos honrar aprendiendo a tomar decisiones oportunamente, aprendiendo a correr riesgos.

Vivamos cada día honrando la vida con nuestra vida. Vive cada día intensamente, por ti y por quienes quisieron hacerlo con todas las fuerzas de su corazón y no lo pudieron hacer o les faltó tiempo. Algún día, alguien honrará la vida con su vida por ti, tal como lo hizo un día Jesús por ti y por mí.

¡Adelante!

No hay comentarios:

Publicar un comentario