domingo, 20 de julio de 2014

Nuevo por dentro y por fuera

La vida cristiana empieza con la decisión inicial de aceptar a Jesús como Salvador y Señor, seguida por decisiones diarias para llevar una vida santa.
Es comenzar como un bebé recién nacido, que necesita ser instruido en cosas básicas para que llegue a ser una persona de bien. En el caso de un nuevo creyente, es necesario cambiar las actitudes malas por buenas.
El libro de Efesios 4: 24-32, que tiene como título “Cómo vivir ahora” (TLA), contiene varias instrucciones elementales para llevar una vida nueva:
-No mentirse unos a otros, hablar con la verdad. La mentira es la expresión contraria a la verdad y aunque se pueda justificar de cualquier manera, las consecuencias siempre son negativas.
- No enfadarse en demasía y no dejar que el enojo nos haga pecar ni que dure todo el día. Sin duda, hay situaciones en la vida en las que es imposible no enfadarse, pero ese enfado debe ser manejado adecuadamente, no dando lugar a que la ira nos domine cuando actuemos.
- A las personas que roban, ve a decirles que dejen de hacerlo, que trabajen con sus propias manos y también ayuden a las personas necesitadas. La nueva vida en Cristo tiene el potencial y la meta de cambiar las actitudes, acciones y nuestro carácter.
- No digamos malas palabras, sino cosas buenas para ayudar a los demás a crecer espiritualmente. Las palabras tienen poder, y debemos usarlas para el bien de todos los que nos escuchan.
- No hacer entristecer al Espíritu Santo. Nuestras malas actitudes y decisiones hacen que se entristezca.
Casi acabando el capítulo 4, dice que dejen de hacer el mal, que sean buenos y compasivos los unos con los otros, y perdónense, así como Dios los perdonó a ustedes por medio de Cristo.
Nuestro comportamiento debe demostrar nuestro nuevo nacimiento. Es una evidencia del amor de Dios y sirve de testimonio a los demás.
Hay una frase que dice así: “El cristiano es la carta de presentación de Dios para las personas que no lo conocen”
Esforcémonos para poder ponerlo en práctica y permitir a Dios que transforme nuestras vidas.

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