Bajo un sol abrasador, dos africanos descendían por el río Zambeze, en el África austral, remando en su angosta piragua.
Oculto bajo las tranquilas aguas, el cocodrilo, terror del río, aguardaba su presa. De repente, la embarcación fue fuertemente sacudida y un cocodrilo hundió sus puntiagudos dientes en uno de los remos. Desequilibrados, los dos remeros cayeron en las profundas aguas.
Al ver la muerte ante sí, se debatían con vigor. Uno de ellos se acordó de la advertencia de los ancianos de su aldea: "Si caes en un río infestado de cocodrilos, nada debajo del agua contra corriente, río arriba, porque el cocodrilo, en busca de su presa, siempre se deja llevar por la corriente". Finalmente, después de muchos esfuerzos, este hombre alcanzó la orilla sano y salvo.
Su compañero eligió la solución más fácil: nadó en el sentido de la corriente, pero también en el sentido del cocodrilo. Muy cerca de la orilla, su pierna fue atrapada por un mordisco de la terrible bestia, que le arrastró al fondo del río.
El peligro está tan presente en un río infestado de cocodrilos, como cuando seguimos las corrientes de este mundo, ¿Andamos en la dirección correcta o en el sentido de la corriente? Dios dice: “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte” (Proverbios 14:12). No es fácil nadar contra corriente, pero sabemos que tenemos un Dios fuerte que nos sostiene con su mano derecha.
No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. Isaías 41:10
No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. Isaías 41:10
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