Continuamente estamos enfrentándonos a ciertos problemas, tomando diferentes decisiones, desde las más “insignificantes” a las más trascendentes, y es necesario que comprendamos que no siempre tomaremos las decisiones correctas, que siempre tendremos un gran margen de equivocación cuando vayamos a tomar una decisión, más aun cuando ni siquiera tenemos en cuenta a Dios para tomar esas decisiones.
Todos hemos tomado decisiones en la vida, de las que luego hemos querido regresar en el tiempo para haberlas tomado de diferente forma. Decisiones que en su momento, estuvimos seguros de tomar pero que con el tiempo nos dimos cuenta que no eran las más acertadas. Hay muchas personas que, hoy en día, están batallando con las consecuencias de esas decisiones que en un principio parecían correctas, pero que hoy se dan cuenta de que no lo eran.
Lo bello de la vida cristiana es que, Dios nos da la oportunidad de poder salir adelante aunque tomemos malas decisiones. Es un Dios que nos da nuevas oportunidades para redimirnos de nuestros errores y enderezar nuestro camino.
1. ¿Esa decisión honrará a Dios?
2. ¿Esa decisión me llevará a tener una mejor comunión con Dios?
3. ¿Ya le consulté a Dios acerca de esa decisión? Y si es así,: ¿ya me dio una respuesta?
La gran mayoría de nosotros, si preguntamos a Dios sobre una decisión que tenemos que tomar, no esperamos a que nos responda. Es en esos momentos en los que Dios no responde, cuando interpretamos su silencio como un sí, cuando en realidad Dios no se ha pronunciado o si lo ha hecho, nosotros no lo hemos querido entender o ver.
Porque no negaremos que hay decisiones que, humanamente, somos impulsados a tomarlas de inmediato al ver que nos van a “favorecer”, sin pensar en otras cosas más que en nuestro beneficio. Es en esos precisos momentos, en los que sólo pensamos en nosotros y hacemos a un lado a Dios, cuando somos más proclives a llevarnos una decepción.
Ten en cuenta que:
Si le consultas a Dios para tomar una decisión y Dios no ha dado una respuesta a tu vida, NO TOMES NINGUNA DECISIÓN. El silencio de Dios nunca será un sí inmediato, el silencio de Dios es un espera, y si el tiempo pasa y Dios no te responde, entonces es más fácil interpretar ese silencio como un NO en lugar de un SÍ, porque si algo va a beneficiarte y será de bendición para tu vida, Dios no tardará en darte una respuesta positiva. También puede que, en ese momento en el que estás consultando a Dios, no estés lo suficientemente preparado para afrontar una decisión, pero con su silencio y el transcurrir del tiempo, el Señor te ayudará a prepararte para afrontar la decisión que Él quiere que tomes. Ahora bien, si le consultas a Dios y Él te responde con un NO, tienes que entenderlo y aceptarlo así, porque los NO de Dios son definitivos.
La mayor parte de nosotros, a pesar de que Dios nos responda con un NO, a veces insistimos esperando que Dios cambie de opinión. Pero los NO de Dios deberían ser suficientes para comprender que Dios no quiere que tomemos esa decisión, por lo que no deberíamos insistir en algo que va contra Su voluntad.
Debes llevar delante de Dios esas decisiones que estás a punto de tomar y sobre todo, debes someterte a Su voluntad rindiendo la tuya a sus pies, reconociendo que no quieres hacer lo que te parece sino lo que Dios quiere que hagas y entonces, ten la total seguridad que te irá bien en todo lo que emprendas.
¡Confía tus decisiones a Dios y todo te saldrá bien!
El Señor te dice: Te guiaré por el mejor sendero para tu vida; te aconsejaré y velaré por ti.” Salmos 32:8 (Nueva Traducción Viviente)
“Pon todo lo que hagas en manos del Señor, y tus planes tendrán éxito.” Proverbios 16:3 (Nueva Traducción Viviente)
No hay comentarios:
Publicar un comentario