jueves, 15 de mayo de 2014

¿Dar lo que recibo?

¿Has recibido el perdón de Dios? Seguro que sí, y si no... es porque no has acudido a Él, porque 1 Juan 1:9 dice: “pero si confesamos nuestros pecados a Dios, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” 
En Mateo 18:21-34 encontramos una parábola muy ilustrativa, acerca de un rey que decidió poner al día las cuentas con sus deudores. En el proceso, le trajeron a uno que le debía miles de monedas de plata. No podía pagar, así que su amo ordenó que le vendieran, junto con su esposa, sus hijos y todo lo que poseía, para pagar la deuda.  El hombre cayó de rodillas ante su amo y le suplicó: “Por favor, tenme paciencia y te lo pagaré todo”. Entonces, el amo sintió mucha lástima por él, le liberó y le perdonó la deuda. Pero cuando el hombre salió de la presencia del rey, fue a buscar a otro compañero, también siervo, que le debía unos pocos cientos de monedas de plata. Le tomó del cuello y le exigió que le pagara de inmediato. El compañero cayó de rodillas ante él y le rogó que le diera un poco más de tiempo. “Ten paciencia conmigo, y yo te pagaré”, le suplicó. Pero el acreedor no estaba dispuesto a esperar. Hizo arrestar al hombre y le metió en prisión hasta que pagara toda la deuda. Cuando algunos de los otros siervos vieron eso, se disgustaron mucho. Fueron ante el rey y le contaron lo que había sucedido. Entonces, el rey llamó al hombre que había perdonado, y le dijo: “¡Siervo malvado! Te perdoné esa tremenda deuda porque me lo rogaste. ¿No deberías haber tenido compasión de tu compañero así como yo tuve compasión de ti?
El siervo recibió el perdón de una deuda enorme y, junto a ello, su familia se libró de la esclavitud, pues el rey les iba a tomar como parte del pago, sin embargo, el rey ante la súplica, fue movido a misericordia y le perdonó. Aunque su deudor sólo clamaba que le concediera más tiempo para poder pagarle, el rey hizo algo mucho mejor, decidió perdonarle completamente su deuda.
Seguramente, este siervo sintió que le habían liberado de un gran peso de encima, pero lamentablemente, no aprendió nada sobre el perdón. Así como él recibió misericordia, de igual manera debía obrar con los que a él le debían. Sin embargo actuó injustamente con su deudor, quien le debía una cantidad mucho menor, no escuchó sus súplicas, no tuvo compasión y le metió en la cárcel hasta que pagara su deuda. ¡Qué injusto! 
Cada uno de nosotros también hemos recibido el perdón de nuestras deudas con Dios a través de Jesús. Con su sacrificio, Dios quitó la millonaria deuda que teníamos con Él.
¿Cómo reaccionamos ante los que nos ofendieron, o ante aquellos que tenemos algo que reclamarles? Aunque parezca difícil, debemos perdonar con lo misma misericordia con la que Dios nos ha perdonado.
Si no puedes perdonar a alguien que te ofendió, reflexiona un momento, en el inmenso amor de Dios para perdonar cada una de tus fallos. Decídete a perdonar y deja libre a tu siervo de la cárcel de rencor en que le tienes encerrado.
¡El perdón cancela el pasado y permite un nuevo comienzo!
 

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