jueves, 15 de mayo de 2014

El Clamor De Jesús

Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. Hebreos 5.7
En el evangelio de Mateo 26, podemos observar con claridad que, cuando nuestro amado Señor Jesucristo se encontraba en Getsemaní, estuvo allí orando durante la madrugada, con ruegos y suplicas, pidiendo al Padre Celestial que si Él quisiera, pasara la copa del sufrimiento que, venía a su vida a través de la cruz del calvario. Cuando llegamos a la epístola de los Hebreos, capitulo 5.7, nos percatamos de que Jesús estaba dispuesto a que se cumpliera la voluntad de su Padre, sin embargo, vemos que había algo que impedía que el Señor se pudiera rendir ante lo que ya estaba destinado para Él, ya fijado desde antes de la fundación del mundo… Era que en su humanidad, recordemos que Él era 100% hombre y 100% Dios, ese cien por ciento hombre, había sido paralizado por el temor, tanto, que su sudor se convirtió en grandes gotas de sangre.
Los científicos han comprobado que, cuando un ser humano es sometido a fuertes presiones, como por ejemplo, una condena de muerte, a veces los vasos capilares se rompen, a causa de la enorme presión del sistema nervioso, y más de algún comentario al respecto, dice que esto fue probablemente, lo que le sucedió a Jesús… el temor a pasar por todo aquello que le esperaba, era devastador dentro de su corazón.
Pues algo maravilloso tiene una versión bíblica, llamada Versión Moderna, en la que este versículo de Hebreos 5.7, dice así: El cual Jesús, en los días de su carne, ofreció oraciones y también súplicas, con vehemente clamor y lágrimas, a aquel que era poderoso para librarle de la muerte; y fue oído y librado de su temor… Dios le había enviado con un propósito especifico a esta tierra que era, morir en la cruz por los pecados del mundo… Juan.3.16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna….y Jesús lo sabía. Él conocía perfectamente para qué había venido… Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Juan. 6:38.
Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Pero el asunto principal es que, a pesar de que Jesús lo sabía, llegado el momento del arresto con todo lo que le sobrevendría,… su corazón se estremeció en gran manera. Cuando Él oraba, clamaba y suplicaba a Aquél, que le podía librar de la muerte, y la Biblia nos enseña, que su oración fue oída… pero no para librarle de lo que ya estaba escrito que pasaría,… sino que el poder del Altísimo, vino para investirle y llenar todo su ser de una total aceptación, y por lo tanto, obediencia y rendición, llevándose así, todo temor que hubiera inundado su corazón… 
¿Cuántas veces hemos sido sometidos a presiones angustiosas?, quizás, debidas a la enfermedad de uno de nuestros hijitos, o por el abandono y traición de nuestro cónyuge, o tal vez un diagnostico médico… A través del dolor, la aflicción, o angustia, donde generalmente, la oración y el clamor tienden a hacerse, para que nuestro Dios y Señor extienda su misericordia y nos quite la piedra, la prueba que esta matándonos de dolor, que sabemos que El Señor podría quitarla, como también pudo quitar la copa del dolor de Jesús…. debemos saber que, si Él nos la quita, o LE hubiera quitado esa cruz, cuando verdaderamente la tengamos que llevar, no seremos lo que ahora somos en Él…

Todos aquellos que viven evitando el Getsemaní, que van por ahí lamentándose y huyendo de la cruz, jamás verán la gloria de Dios aquí en la tierra… nunca podrán experimentar la gloria de la victoria de la mano del Creador, porque la verdad es que, cuando el tiempo de la prueba pasa, y la has pasado tomado de la mano de tu Señor, y no de la de los hombres… ya nunca serás el mismo hombre, jamás serás la misma mujer, porque habrás conocido un poco más a tu Dios y Señor, y porque serás más fuerte y grande en Cristo Jesús…. ¡Cuánta sabiduría necesitamos en medio de la prueba!, pues si hoy evadimos esas aguas o ese fuego, más adelante tendremos que pasarlo, porque cuando nuestro Señor ha determinado algo para nuestra vida, es inútil que sigamos evadiéndonos.
Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles… Romanos. 8:26. Cuando el temor nos paraliza, cuando estamos en Getsemaní, muchas veces no sabemos como orar, ya que la mente se turba, el corazón tiembla…, queremos gritar, o... sencillamente escapar. Pídele entonces, a tu Rey y Señor, en el poderoso nombre de Jesús, que no se haga tu voluntad, sino la suya, y tu oración, será oída, no para quitar la prueba, pero sí el temor que te ha paralizado, y cuando la hayas pasado, verás la gloria de Dios aquí mismo en la tierra. Ya nunca serás el mismo.
Querido amigo/a, dos opciones, o clamamos para que nos sea quitada la prueba que viene del cielo, o nos humillamos ante el Dios de la prueba, para que quite todo temor y venga la aceptación ante su perfecta voluntad… ¡tú mismo!

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