jueves, 15 de mayo de 2014

Quiero Entender a Dios

“Enséñame, Señor, tu camino, y caminaré yo en tu verdad; afirma mi corazón para que tema tu nombre”. Salmo 86.11
Hay cosas que nunca está de más escucharlas muchas veces. Por ejemplo, la empatía con los días malos, el reconocimiento a nuestras afirmaciones de que algo no fue cosa nuestra, o que cualquiera hubiera hecho lo que hicimos..., mientras 
los cumplidos a nuestro favor, ahogan nuestra honesta y auténtica motivación respecto a nuestro incierto futuro. ¡Simples recordatorios de que somos reconocidos y amados! Pero palabras como estas, hacen que la vida sea más llevadera y que la disfrutemos más. Nos dan nuevos bríos y calman las aguas turbulentas que se levantan a nuestro alrededor.
De la misma manera, nunca sobra escuchar algunas verdades acerca de Dios. Son las primeras lecciones. Algunas personas se refieren a éstas como conocimientos básicos o como un plan de estudios para nuevos creyentes en Jesús. Es posible que sean razonamientos simples, pero penetran hasta en las situaciones más complicadas de la vida, a fin de que nuestra vida con el Señor sea más llevadera y mucho más agradable.
Dios es bueno. Su invitación está en pie para que saboreemos esa bondad, esa delicia y esa esencia profundamente satisfactoria.
Aceptándola, la actividad más natural de nuestras vidas, debería ser la de caminar con Dios y la de disfrutar de Su cercanía. Sin embargo, se ha complicado por demasiadas cosas que nos han sido adversas, tales como, nuestra incapacidad para creer que verdaderamente le agradamos, los requisitos que, equivocadamente, imaginamos que Él pone sobre nosotros, nuestros celos bien intencionados pero fuera de lugar; o la nube de culpa de la que parece que no podemos escapar y que acosa nuestros días; o nuestra religiosa, y casi supersticiosa, tendencia a tratar de ganar cosas para Él o de probarle algo.
En fin, seguimos entendiendo las cosas al revés, y casi siempre terminamos malinterpretando Su lenguaje de afecto y deleite hacia nosotros, escuchando, más bien, las expectativas y las obligaciones gravosas.
Por esta razón, me gusta decirles a las personas que, no creo en el Dios contra el que luchan, en el que no creen. Mi Dios es completamente diferente a ése.
Hoy quiero aprender a caminar con Dios de una manera dinámica y viva. 
Señor, ayúdame a entenderte y sobre todo conocerte y transitar por tus caminos. Amén.

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