martes, 25 de marzo de 2014

Lo que Dios dijo, lo va a hacer

En el naufragio de tu vida, tiene que levantarse sentido de destino y de propósito, para que puedas resucitar.
¿Por qué resucitó Cristo? Porque Él sabía que muerto no hacía nada. ¿Por qué regresó después que resucitó? Pudo haberse quedado en el cielo, pero vino a decirles a los once, que estaban deprimidos, que toda autoridad les había sido dada, y que ahora podían ir y transformar las naciones. No podía haber resurrección sin propósito.

Un día Pablo zarpó, y una tormenta comenzó a azotar el barco de manera tal, que estaban lanzando las cosas de él porque pensaban que se hundirían. Al siguiente día, Pablo se levantó y les dijo a todos que la noche anterior había tenido un encuentro con Dios. Que un ángel le dijo que ninguna de sus vidas se perdería, porque él tenía que ir a predicar.

Si tú no tienes sentido de destino y de propósito, apégate a alguien que lo tenga; tú vas a llegar al otro lado porque, aunque el barco se esté perdiendo, todo lo que hace falta es que haya alguien que sepa que hay una razón por la que vivir. Si tú piensas que todo está perdido, y que no tienes ninguna razón para vivir; si tus hijos, tu matrimonio y tu familia, no son suficientes razones, el Dios Todopoderoso, que dio la vida por ti en la cruz del Calvario, debería ser razón suficiente para levantarte de ese problema.
Debes salir de tus deudas, no debes seguir pagando más intereses en los próximos años. Ese dinero debería quedarse en tu familia, debería ser la herencia de tus hijos, deberías usarlo para la educación de tu familia, para dejarles un legado. Deberías levantarte y prosperar, porque hay razón.

El barco se puede perder, pero tu vida no se va a perder, porque tú tienes algo que hacer. Quizás hay crímenes en tu país, hay crímenes en todos lados, pero: ¿qué estamos haciendo al respecto? Quizá tú no tengas un plan contra el crimen, pero puedes ganarte a una persona para el Señor que sí lo tenga, o puedes cambiar a uno que ya no se va a convertir en un criminal, puedes transformar una generación.

En el naufragio de tu vida, tiene que crecer sentido de destino y de propósito, para que puedas resucitar.
En Mateo 28:17, dice que cuando vieron a Cristo, le adoraron, y algunos dudaron. Ese es el problema, que mientras unos adoramos, otros todavía dudan.
¿Por qué algunos dudaban? Unos versos antes, en Mateo 28:12 dice que le pagaron mucho dinero a los soldados para que mintieran, diciendo que los discípulos habían robado el cuerpo por la noche mientas ellos dormían. Lo curioso es que esos soldados eran los mismos que estuvieron frente a la tumba, y tuvieron una experiencia con el Cristo resucitado.

La verdad cuesta dinero, pero la mentira cuesta mucho, mucho dinero. Un buen matrimonio cuesta dinero, pero más cuesta el adulterio. Lo que pasa es que el mundo está dispuesto a dar mucho dinero por las mentiras.
Hoy hay algunos que todavía dudan porque el mundo ha pagado para mentirles, para persuadirles, para ser escépticos, para no creer en el poder de Dios. 
En el mundo hay un montón de gente que tuvo una experiencia con el Cristo resucitado, y hoy les pagan para que te mientan. Hay soldados que están cobrando mucho dinero para decirte que Él no resucitó, que Él no quiere encontrarse contigo, y que todo lo que dijo era mentira. No hagamos caso, no podemos tener miedo a poner nuestro dinero para que se predique el evangelio, porque la verdad necesita ser predicada, y de la misma manera que la mentira se promueve con dinero, la verdad también se promueve con él, y además con menos dinero que la mentira.
Hay algunos que dudan mientras otros adoramos, y lo grande de todo es que el Cristo resucitado se aparece a todos. El resucitado está para los que le adoran y para los que dudan, porque no se trata del que adora y del que duda, se trata de que lo que Él dijo, lo va a hacer. Y Él dijo que se iba a encontrar con ellos igual que se iba a encontrar contigo. A ti que has dudado, Él vino a decirte: Toda autoridad me ha sido dada.
Nada te debe dominar. Deja de creer las mentiras del mundo.

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