El orgullo de nuestro rendimiento no representa un culto a nuestro ego. Más bien denota placer, pero con humildad. “La calidad del trabajo y la calidad del obrero son separables”. Un esfuerzo a medias no produce resultados a medias; simplemente no produce resultados.
Veamos: Tres hombres estaban colocando ladrillos. Un transeúnte les preguntó qué estaban haciendo. El primero contestó: “¿Acaso no ve que me estoy ganando la vida?” El segundo dijo: “¿No puede ver que coloco ladrillos?” El tercero indicó: “Estoy edificando un hermoso monumento”. Tres personas estaban haciendo exactamente lo mismo, pero con una perspectiva totalmente distinta. Tenían tres actitudes diferentes sobre su trabajo. ¿Crees que sus actitudes afectarían a su rendimiento? La respuesta es claramente que sí.
La excelencia en el trabajo viene, cuando el obrero pone empeño en hacerlo mejor.
Cada trabajo es reflejo de cómo se encuentra y qué pasión le pone la persona que lo realiza, sin importar en qué consista el mismo, ya sea lavar coches, barrer el suelo o pintar una casa.
Hagámoslo bien la primera vez, y siempre. El mejor seguro para mañana es un trabajo bien hecho hoy.
Miguel Ángel había estado trabajando en una estatua durante muchos días. Estaba empleando mucho tiempo en retocar cada pequeño detalle. Un transeúnte pensó que estas mejoras no eran trascendentes y le preguntó a Miguel Ángel por qué se molestaba en dedicarles tiempo. Miguel Ángel contestó: “Las nimiedades son causa de la perfección y la perfección no es una nimiedad”.
La mayoría de la gente olvida el tiempo que empleamos en hacer un trabajo, pero siempre recuerdan lo bien que lo llevamos a cabo.
¿Nos sentimos orgullosos de hacer un trabajo no sólo bien hecho, sino con propósito? Tal vez muchos podamos estar de acuerdo con la primera parte de la pregunta, pero desgraciadamente no todos concordamos con la segunda.
Sucede que muchas veces parece que actuamos automáticamente, sin encontrarle sentido a lo que hacemos. Es como si simplemente mantuviéramos una máquina andando, pero no es así. Lo que hacemos cuenta y si lo hacemos con excelencia, cuenta aún más para Dios.
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