jueves, 27 de marzo de 2014

¿Cómo estar seguro de conocer a Dios?

Este es el primero de los conceptos transferibles. 
Condición imprescindible para alcanzar la vida eterna, una de sus promesas, es el hecho de conocer a Dios, y por fe, reconocerle como nuestro Señor y Salvador. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. No por obras, para que nadie se gloríe” Efesios 2:8-9. 
De esta forma la obtenemos, pero entendamos que, si queremos disfrutar con verdadera amplitud de sus recompensas celestiales, no se trata sólo de conocerle, sino además de seguirle. Y seguirle conlleva entregarle todo nuestro ser. Es decir, se trata de una entrega total, una entrega que comprende nuestro intelecto, emociones y nuestra voluntad. En esto consiste ser un verdadero cristiano, en nuestra entrega total a Cristo, y ese es el verdadero significado de "conocer y reconocer a Dios".

Nuestra relación con Él bien puede ilustrarse con los requisitos necesarios para la relación matrimonial, la cual, idealmente, también debe incluir estos tres ingredientes: intelecto, emociones y voluntad.
O sea, un hombre puede estar convencido, intelectualmente, de que la mujer con la que piensa contraer matrimonio es adecuada para él. Puede también estar involucrado, emocionalmente, y amarla con todo el corazón, pero el matrimonio requiere aún más que el intelecto y las emociones. Involucra también a la voluntad. No es sino hasta que el hombre y la mujer, por un acto de su voluntad, deciden dedicarse el uno al otro, y lo reafirman frente a un ministro de Dios u otra persona que revista autoridad, cuando realmente llegan a ser marido y mujer. 

Así mismo ocurre en nuestra relación con Jesucristo. No es suficiente creer intelectualmente en Cristo, tampoco es suficiente tener una experiencia emotiva o emocional; aunque ambas entregas sean válidas, uno no llega a ser cristiano de verdad, hasta que, por un acto de la voluntad, recibe a Cristo en su vida como Señor y Salvador. Y, por supuesto, después, seguirle.
En ese momento, cuando hacemos su Voluntad y no la nuestra, es cuando podemos decir, con absoluta seguridad, que estamos "seguros de conocer y reconocer a Dios". Es cuando tenemos una total confianza en Él, porque Él es totalmente fiel y nunca nos abandonará.

Fdo. M. Gayo

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