“Unánimes entre vosotros, no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión”. Romanos 12:16
Es normal que todos los hombres deseemos conocimiento, ¿o qué hay de bueno si no se teme a Dios? Un hombre campechano, humilde, que sirve a Dios y le ama, será mejor que el intelectual orgulloso que descuida su alma y se goza de sus propios conocimientos. Quien se vanagloria de sí mismo no es realmente feliz, porque el orgullo jamás hizo feliz a alguien. Si yo conozco todas las cosas del mundo y no amo a Dios, mi vida estará vacía.
En el mundo hay muchos doctos e intelectuales pero de corazón totalmente vacío, porque no se han asociado con los humildes y no se han humillado ante el Señor. Serán intelectuales,... pero no sabios.
Las muchas palabras no satisfacen el alma, pero una vida buena alivia los pensamientos de nuestra mente, nos procura una conciencia limpia, e inspira tener gran confianza en Dios. En cuanto usted más sepa, más comprenda, y más profundamente pueda juzgar, tendrá una vida vacía a menos que su vida crezca al mismo tiempo y sea más santa. No se sienta orgulloso porque haya aprendido más, más bien sienta temor del talento que se le ha dado.
Si usted piensa que sabe muchas cosas y que las comprende muy bien, entérese de una vez que realmente aún no sabe gran cosa. En la vida es necesario admitir la ignorancia. Cuando reflexiones en estas palabras, entonces meditarás y dirás: Hoy no diré una opinión más alta que la que debo decir, quiero aprender a ser humilde.
Señor, gracias porque de ti puedo aprender la genuina y verdadera humildad. Tú eres real y digno de ser exaltado. Hoy sé que aún no sé nada y lo poco que sé, lo sé por tu misericordia y amor, por lo tanto me asociaré con los humildes y no quiero ser sabio en mi propia opinión. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario