jueves, 6 de febrero de 2014

¿Qué dice la Biblia acerca del juego? ¿Es pecado? - Pregunta cristiana

El juego puede ser definido como “arriesgar el dinero en un intento por multiplicarlo, algo que va contra las probabilidades”. La Biblia no condena específicamente el juego, las apuestas o la lotería, sin embargo, nos advierte de que debemos mantenernos libres del amor al dinero (1ª Timoteo 6:10; Hebreos 13:5). La Escritura también nos anima a mantenernos libres de intentar “enriquecernos rápido” (Proverbios 13:11; 23:4-5; Eclesiastés 5:10). De manera definitiva, el juego está enfocado en el amor al dinero e indudablemente tienta a la gente con la promesa de riquezas rápidas y fáciles.
¿Y qué hay de malo en jugar? Jugar es un asunto complejo; aun si se hace con moderación y solamente de vez en cuando, es un despilfarro de dinero, aunque no es necesariamente “perverso”. La gente malgasta el dinero en todo tipo de actividades, y jugar, en muchos casos, no es ni más ni menos despilfarro de dinero que ver una película, o comer una comida innecesariamente costosa o comprar un artículo inútil. Pero el hecho de que se desperdicie el dinero en otras cosas no justifica el juego. El dinero no debería ser malgastado, el dinero excedente debería ser guardado para necesidades futuras o dado a la obra del Señor, no perderlo en el juego.
Aunque la Biblia no menciona explícitamente el juego, sí menciona juegos de “azar” o “suerte”. Tenemos algunos ejemplos: en Levítico, Aarón echó suertes sobre los dos machos cabríos, uno para Jehová y el otro para Azazel. José echaba suertes para determinar la asignación de tierras a las diferentes tribus. Nehemías echaba suertes para determinar quién viviría dentro de los muros de Jerusalén y quién no. Los apóstoles echaban suertes para determinar el reemplazo de Judas. Proverbios 16:33 dice, “Las suertes se echan sobre la mesa, pero el veredicto viene del Señor”. En ningún lugar de la Biblia se usa el juego o “azar” para entretenimiento, o se lo presenta como una práctica aceptable para los seguidores de Dios.
Casinos y loterías: Los casinos utilizan todo tipo de planes de marketing, para atraer al jugador a que arriesgue tanto dinero como sea posible. A menudo ofrecen bebidas alcohólicas económicas, incluso gratuitas, lo cual estimula la embriaguez, y de este modo, ocasiona una disminución en la habilidad de tomar decisiones sabias. En un casino, todo está perfectamente enfocado a recibir dinero en grandes sumas y a no devolver nada, pero son placeres momentáneos y vacíos. Las loterías intentan retratarse o disimularse como un camino al fondo de educación y/o programas sociales. Sin embargo, diversos estudios demuestran que los participantes de la lotería son por lo general, aquellos quienes pueden al menos tener recursos para gastar dinero en comprar billetes de lotería, o sea, para aquellos que están desesperados, el encanto de “volverse rico rápido” es una tentación demasiado grande como para resistirse. Pero la oportunidad de ganar es infinitesimal, lo que redunda en que las vidas de mucha gente terminen arruinadas.
¿Por qué las ganancias de la lotería no agradan a Dios? Mucha gente alega comprar la lotería o jugar, a fin de poder donar dinero a una institución benéfica, a la iglesia, o para alguna otra buena causa. Y aunque parecen argumentar un buen motivo, la realidad es que pocos utilizan las ganancias del juego con propósitos devotos. Muchos estudios demuestran que la inmensa mayoría de los ganadores de la lotería, pocos años después de haber ganado el premio gordo, se encuentran en una situación económica aún peor de la que estaban al principio. Pocos, si hubiera alguno, en realidad dan el dinero a una buena causa. Además, Dios no necesita de nuestro dinero para financiar Su misión en el mundo. Proverbios 13:11 dice, “El dinero mal habido pronto se acaba; pero quien ahorra, poco a poco se enriquece”. Dios es soberano y va a proveer las necesidades de la iglesia a través de medios honestos. ¿Sería Dios honrado al recibir dinero donado de la droga, o dinero sustraído en el asalto a un banco? Dios no necesita o desea dinero “robado” a los pobres por la tentación de las riquezas.
1ª Timoteo 6:10 nos dice, “Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores”. Hebreos 13:5 declara “Manténganse libres del amor al dinero, y conténtense con lo que tienen, porque Dios ha dicho: Nunca te dejaré, jamás de abandonaré”. Mateo 6:24 proclama, “Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas”.

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