jueves, 13 de febrero de 2014

En el tiempo preciso

En ocasiones las personas tienen prejuicios en cuanto a tu persona, piensan de ti de acuerdo a sus ideas e imaginación preconcebidas, pero no te conocen realmente como Dios te conoce.

A la reina Ester se le pidió que hiciera algo muy difícil para ayudar a liberar a su pueblo. Lo más probable es que no tuviera deseos de estar en la situación desafiante en que Dios la había puesto. Probablemente no quisiera esa responsabilidad, ni deseara correr el riesgo de algún daño personal que, sabía, podía acontecerle. Ester era una joven doncella con toda su vida por delante. Dejando atrás sus sueños, se le solicitó que siguiera las instrucciones del Señor, instrucciones que parecían muy peligrosas. Ester iba a ir ante el rey, para poner al descubierto el malvado complot que había sido tramado contra los judíos. Pero a nadie se le permitía presentarse ante el rey a menos que fuera invitado, ni siquiera a la reina. Ester sabía que, a menos que Dios le diera favor, la matarían (Ester 4:16). Y se jugó el todo por el todo para obedecer la voluntad de Dios. 
Mardoqueo, que le estaba hablando a Ester de parte de Dios, le dijo que no debía guardar silencio. Si lo hacía, el pueblo perecería. Le recordó que quizás había sido llamada al reino, precisamente por la misión que tenía por delante.
Usted también puede estar vivo hoy para cumplir los propósitos de Dios para su generación. El tiempo y lugar de su nacimiento no son accidentales, porque Dios nos coloca a todos a propósito en lugares específicos, en determinados marcos de tiempo y espacio. Muchas personas pasan sus vidas enteras sin saber nunca cuál es el propósito de su vida, y quizás sea porque tratan de escoger su propio destino en vez de seguir la dirección del Espíritu Santo, pues seguir a Dios requiere sacrificio y estar dispuesto a estar incómodo. Ester llegó al punto de estar dispuesta a dejar de lado sus propios pensamientos, planes e ideas. Estaba dispuesta aún a morir si fuera necesario para obedecer a Dios.
Gracias al sacrificio de Ester y su valiente paso de fe, Dios la usó para salvar una nación. Fue más bendecida dentro de la voluntad de Dios, de lo que podría haber sido de cualquier otra manera. 
La voluntad de Dios no siempre es fácil de cumplir, pero siempre vale la pena cualquier sacrificio que requiera.

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