Un líder debe conocer las necesidades del pueblo, vivir en condiciones similares a las de sus ovejas y mostrar cercanía a él.
Deuteronomio 17.20, para que no se eleve su corazón sobre sus hermanos, ni se aparte del mandamiento a diestra ni a siniestra; a fin de que prolongue sus días en su reino, él y sus hijos, en medio de Israel.
Aunque estas palabras fueron habladas a Moisés hace casi 4.000 años, los conceptos que encierran no han perdido su carácter radical. Con una simple lectura del texto, nos damos cuenta de algunos de los elementos que Dios considera indispensables para aquellos que ejercen autoridad. En primer lugar, Dios deseaba que la persona que fuera rey saliera de entre el pueblo. Esto garantizaba que sería alguien que entendía bien la realidad del pueblo que iba a gobernar. Sería un conocedor de sus costumbres, sus valores, sus luchas y su historia. Esto le ayudaría a evitar toda clase de imposiciones que provocarían innecesariamente al pueblo, típicas de aquellas personas que entran a una posición de autoridad sin conocer bien a las personas sobre las cuales ejercerán su gobierno. En muchas ocasiones un pastor, que llega de afuera, implementa cambios que terminan por inflamar los ánimos de la congregación que pretende pastorear.
Para toda persona que está en autoridad, es fundamental que se gane el respeto y la buena disposición de aquellos que dirige. Solamente de esa manera estarán dispuestos a seguirle y a colaborar en los proyectos que propone para el mejoramiento de sus vidas.
Para que el pastor atienda bien a sus ovejas, debe vivir en una situación similar a la de ellas.
Un segundo elemento tiene que ver con la cercanía del rey al pueblo. Dios deseaba que el rey no se enriqueciera, que no acumulara bienes para sí, ni muchas mujeres. Éstos solamente servirían para introducirle en una realidad distinta a la de las personas que debía representar. Los que tienen abundancia en su casa endurecen rápidamente su corazón y pierden sensibilidad hacia aquellos que están en situaciones de escasez. No obstante esta advertencia, no ha existido en la historia de la humanidad ningún rey que no se haya rodeado de abundancia de lujos. Por esta razón resultó tan difícil para las autoridades aceptar el estilo de Cristo, el único rey que ha vivido entre el pueblo.
Muchos pastores, en este tiempo, han aprovechado su situación para acumular riquezas escandalosas, que no han hecho más que poner una barrera entre ellos y las personas que pretenden pastorear. Para que el pastor atienda bien a sus ovejas, debe vivir en una situación similar a la de ellas.
Un segundo elemento tiene que ver con la cercanía del rey al pueblo. Dios deseaba que el rey no se enriqueciera, que no acumulara bienes para sí, ni muchas mujeres. Éstos solamente servirían para introducirle en una realidad distinta a la de las personas que debía representar. Los que tienen abundancia en su casa endurecen rápidamente su corazón y pierden sensibilidad hacia aquellos que están en situaciones de escasez. No obstante esta advertencia, no ha existido en la historia de la humanidad ningún rey que no se haya rodeado de abundancia de lujos. Por esta razón resultó tan difícil para las autoridades aceptar el estilo de Cristo, el único rey que ha vivido entre el pueblo.
Muchos pastores, en este tiempo, han aprovechado su situación para acumular riquezas escandalosas, que no han hecho más que poner una barrera entre ellos y las personas que pretenden pastorear. Para que el pastor atienda bien a sus ovejas, debe vivir en una situación similar a la de ellas.
Por último, Dios pretendía que el rey jamás buscara lo que necesitaba en otros países, tales como Egipto. Las necesidades del pueblo debía elevarlas al Señor, dirigiendo al pueblo dentro de un marco puramente espiritual. De igual manera, el pastor ha sido llamado a una vida de absoluta dependencia de Dios, buscando del Señor lo que no tiene para dar por sí mismo. Una tarea espiritual requiere de una perspectiva espiritual de la autoridad.
(Lea Ezequiel 34.1-16 a la luz de este texto y podrá entender por qué Dios condenó con tanta dureza a los pastores de Israel.)
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