Pero tengas dudas o no, eso no es lo que determina si eres un cristiano. Aún cuando un creyente sea infiel, Dios es fiel (2 Timoteo 2:13). Dios quiere que estemos seguros y confiados de nuestra salvación (Romanos 8:38-39; 1 Juan 5:13), y promete que todos los que creen en Jesucristo serán salvos (Juan 3:16; Romanos 10:9-10).
Todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23), y como resultado, merecemos la muerte y una eternidad apartados de Dios (Romanos 6:23). Pero Dios nos amó tanto como para morir en nuestro lugar, tomando sobre Él el castigo que todos merecíamos (Romanos 5:8). Consecuentemente, todos aquellos que creen están salvados y eternamente seguros.
Aunque también en ocasiones dudar es algo bueno. Pablo nos dice en 2 Corintios 13:5, “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe.” Debemos probarnos a nosotros mismos, estar seguros de que Jesús sea verdaderamente nuestro Salvador, y que el Espíritu Santo esté verdaderamente en nosotros. Si lo está, entonces de ninguna manera podemos perder la salvación que Cristo ha obtenido para nosotros (Romanos 8:38-39). Si no lo está, entonces tal vez el Espíritu Santo esté convenciéndonos de nuestro pecado y guiándonos al arrepentimiento, para ser reconciliados nuevamente con Dios a través de Cristo. Entonces veremos de nuevo que la seguridad de nuestra salvación proviene del conocimiento de que, una vez que estamos en Cristo estamos eternamente seguros. Y la auténtica fe salvadora es evidenciada por nuestras obras (Santiago 2:14-26) y el fruto del Espíritu en nosotros (Gálatas 5:22). La falta de esta evidencia puede ser a veces la causa de nuestras dudas.
¿Has puesto tu fe en Cristo? Si la respuesta es sí, entonces desecha tus dudas y confía en Dios. Si conoces a Jesús como tu Salvador, ¡sin duda alguna eres salvo! Si la respuesta es no, entonces ¡cree en el Señor Jesucristo y serás salvo!
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