Lo escuché de boca de un hermano misionero que va por el mundo predicando la palabra de nuestro Padre de una manera única, y particularmente pienso que es de mucha ayuda.
Cuando le escuché que Dios es mi Padre pero no es paternalista, muchas de mis ideas se fueron abajo, no entendía nada correctamente y dije ¿y ahora qué hago?
Además agregó que Dios había creado el agua pero que no te la va a embotellar, y eso fue más fuerte aún para mí. Lo que estaba diciendo era que Dios es Dios, pero que nunca tomaría una decisión por mí; y cuando finalmente lo entendí me eché a llorar, porque yo quería, necesitaba que el Supremo tomara las decisiones por mí, ya que me creía incapaz en ese momento.
Dios es maravilloso, Él te va a presentar muchas opciones para que tú, entiéndelo bien, tú solito(a) escojas; te mostrará los efectos de las dos alternativas, pero quien al final decidirás serás tú, nadie más que tú.
Debido a cosas de la niñez siempre aprendí que era mejor ser dependiente que independiente, necesitaba a mi madre para todo y eso, créanme, me ha traído algunos problemas.
Saber que Dios no iba a decidir por mí, fue fatal en ese momento, fue horrendo saber que yo tenía que decidir en mi futura relación de pareja, en aquel trabajo, en aquella salida, en todo.
Fue difícil para mí, fue muy difícil, pero ahora estoy mejor porque Dios es bueno. Él no quiere darme las cosas “fáciles” porque desea que yo viva, que aprenda y que finalmente sea feliz durante... y después del proceso.
Por lo tanto debemos ser protagonistas de nuestras acciones, responsables de todo lo que nos rodea. Dios siempre estará ahí guiándonos, abriéndonos puertas y cerrándolas para ir por algo mejor que llegará en su momento.
Dios no tiene la culpa de tus errores y tampoco de los míos, nosotros fuimos los que tomamos las decisiones, hayan sido buenas o malas. Hemos aprendido y ahora tenemos la certeza de que todo cambiará en la medida que nosotros cambiemos.
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