lunes, 27 de enero de 2014

En las manos del Señor

En las manos del Señor, una escoba tiene el mismo valor que un ordenador.

Hace un tiempo cruzó por mi cabeza la idea de que el ministerio que me toca ejercer es el mejor de todos, pero pronto recordé las palabras dichas a la prensa por un joven y conocido cantante secular: “Dios me ha dado una voz privilegiada…”
Leí y releí, una y otra vez, la expresión, sin encontrar el verdadero sentido que se escondía entre las palabras. Es cierto que el joven del que hablo posee una voz privilegiada, pero ¿estaba teniendo una actitud de humildad y sincero agradecimiento, o era una expresión de arrogancia y soberbia la que se escondía tras la palabra "Dios"? En el contexto general de la mayoría de las actitudes de este joven cantante, encajaba en él más la soberbia que la humildad.
Fue entonces, y sólo entonces, cuando caí en la cuenta de mi error al creer que mi ministerio es el mejor de todos… pues mi actitud, aunque no revelada a la prensa, era más o menos la misma: “Dios me ha dado un ministerio privilegiado”.
Amado hermano: No importa si tu ministerio consiste en cantar, estar sentado delante de un ordenador -como quien esto escribe- o tu “espada” es una escoba y una fregona. Si tu voz es un ordenador o una escoba, piensa que en las manos de Nuestro Señor pueden ser poderosas herramientas para su Gloria. Todo depende del que las maneja. Si es el hombre quien las dirige, su voz privilegiada, la escoba y la computadora son sólo tristes expresiones de un ego lejos de Dios. Si es el Señor quien está al mando, cada uno de estos elementos, y su vida misma, haga lo que haga, son un canto de alabanza a Nuestro Señor. Ya no hay necesidad de pensar más en ello, ni si existe mejor o peor. En este sentido, una escoba tiene el mismo valor que el más sofisticado equipo de informática.
Que el Señor te bendiga. Que tu vida entera, hagas lo que hagas, sea un canto de alabanza a Nuestro Amado Señor.

Mas de ninguna cosa hago caso, ni estimo mi vida preciosa para mí mismo; solamente que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del Evangelio de la gracia de Dios.

(Hechos 20:24 RV2000)
 

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