Una fábula cuenta la historia de un viejo y su nieto, que iban de camino al pueblo acompañados de un burro trotando alegremente. Se cruzaron con un grupo de muchachas.
“—Miren eso, dijo una de ellas. ¡Qué par de tontos!, tienen burro y van a pie”.
Entonces, el viejo le pidió al nieto que se montara en el burro y siguieron su camino. Más adelante pasaron ante un grupo de ancianos que discutían acaloradamente.
“—¡Aquí está la prueba de que tengo razón!, dijo uno de ellos. Ya no se respeta a los mayores, miren a ese niño, muy cómodo en el burro, y al pobre viejo caminando”. Así que el viejo hizo bajar al niño y se acomodó sobre el burro. Pero no pasó mucho tiempo cuando se toparon con un grupo de mujeres y niños y escucharon otra crítica:
-“¡Vaya viejo perezoso y egoísta!, él va muy cómodo, mientras al pobre niño no le dan las piernas para seguir el trote del burro”.
Así que el viejo le dijo al chico que se acomodara detrás de él, encima del burro, pero no pasó mucho tiempo cuando escucharon a alguien decir:
-“¡Qué cosa más horrible!, miren a esos dos, casi le rompen la espalda al pobre burro.”
Así que finalmente, el viejo y el muchacho continuaron su viaje cargando al burro.
¿Te has dado cuenta de que hay mucha gente criticona?La crítica arruinará todas tus relaciones interpersonales. ¿Sabes por qué? Porque a nadie le gusta que le critiquen.
Alguien dijo: “La diferencia entre la crítica constructiva y la destructiva es muy sencilla:
La primera es la que uno hace; la segunda es la que le hacen a uno”.
Hay personas que tienen el hábito de criticar todo y a todos. A todo le encuentran algo negativo o malo. Por lo regular este tipo de personas son quejumbrosas y casi siempre están enojadas por algo.
Como puedes ver, tendemos a juzgar a otros por sus acciones, y sólo nos juzgamos a nosotros mismos por nuestras intenciones. Sin embargo, debemos dejar de criticar. Jamás sabremos las intenciones de los demás. La crítica es destructiva porque no conoce todos los hechos. Las personas criticonas están ciegas a sus propias faltas, porque si no, no criticarían. Lo peor de todo es que ser crítico amargará tu espíritu y te robará la alegría.
Jesucristo dijo: “¿Cómo te atreves a decirle a otro: “Déjame sacarte la basurita que tienes en el ojo”, si tú tienes una rama en el tuyo? ¡Hipócrita! Primero saca la rama que tienes en tu ojo, y así podrás ver bien para sacar la basurita que está en el ojo del otro”.
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