viernes, 27 de diciembre de 2013

Dispuesto a recibir - Devocional

Georg Friedrich Handel nació en Alemania el 23 de febrero de 1685. Fue un excelente compositor, considerado como un genio de la música universal. Sin embargo no todo fue fama y fortuna en su vida; en diferentes etapas le tocó experimentar el sabor amargo de la indiferencia y el rechazo de un público, que parecía no complacerse con sus composiciones musicales.
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Una noche estaba muy triste sentado en su cama, revisando la correspondencia. Entre tantas cartas poco alentadoras que recibió, se encontraba una que decía “oratoria”. Esto indicaba, costumbre en esa época, que un amigo o familiar le había enviado un manuscrito con poesías o composiciones musicales. Handel, al ver el titulo de la carta, se levantó ofuscado y violentamente la rompió en muchos pedazos. Aquel título le llenó de ira al no poder comprender el por qué de su falta de inspiración y el evidente fracaso que estaba experimentando.
Pasaron las horas, pero aquella noche aquel turbado hombre no podía dormir. En un momento decidió levantarse, vio los papeles que había roto, tomó los pedazos, los unió y comenzó a leer el título que decía  “El Mesías”, y prosiguió otro “¡Consolaos! ¡Consolaos!”.
Mientras recitaba aquellas palabras, su mente se llenaba de música y sus dedos parecían impacientarse por interpretar la primera en el piano. El músico decidió buscar en su Biblia lo relacionado con la vida de Jesús, y mientras recorría cada página, más y más fluía la inspiración.
Cuando concluyó su composición, fue a mostrársela a sus más agresivos críticos quienes le dijeron: “¡Nunca en nuestra vida hemos escuchado algo tan maravilloso!”, El compositor, con la cabeza inclinada, respondió: “Dios me ha inspirado.” Y hasta el día de hoy Handel es recordado por su obra “El Mesías.”
Sin duda muchas veces sufrimos la sequía de un proyecto o nos sentimos sin ideas para poder salir de un conflicto, o quizás la inversión comercial en la que tanto invertimos no da los resultados esperados.
Hay tiempos en los que se apodera de nosotros la desesperación y ni siquiera podemos vislumbrar una salida. Sentimos que las cosas están fuera de control y todos nuestros intentos acaban en un nuevo fracaso.
El problema de Handel era que sus clamores al cielo eran tan fuertes que no podía escuchar la voz de Dios. Tuvo que pasar un tiempo de quebrantamiento, soportando el fracaso, la crítica y la indiferencia del público, quienes no disfrutaban de su estilo musical. Pero, allí estaba Handel, arrodillado recogiendo los papeles que él mismo había roto, dispuesto a cambiar su enojo por una mejor actitud.
"Solamente un corazón dispuesto a recibir puede escuchar la voz de Dios para solucionar un conflicto".
Salmos 138:6 “Porque Jehová es excelso y atiende al humilde, mas al altivo mira de lejos.”
No podemos tener nunca la osadía de querer ser escuchados por Dios, cuando nuestra boca está llena de reclamaciones y exigencias, pero podemos estar seguros de que Él siempre atiende a quien se presenta con un corazón humilde.
Es verdad que en ocasiones las dificultades nos causan terror y miedo, pero Dios siempre se hace presente cuando tenemos un corazón humilde.
Que tus quejas, reclamos y frustraciones, no te quiten la preciosa oportunidad de escuchar la voz de Dios.

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