domingo, 3 de noviembre de 2013

Todo tiene sus consecuencias - Devocional

La “tragedia de los comunes” es una historia escrita por el matemático William Foster, publicada por primera vez en 1833.
En dicha historia nos cuenta, que había un grupo de pastores que llevaban sus ovejas a pastar al mismo campo. Tenían un acuerdo común para facilitar la convivencia y consistía en que nadie podía sobrepasar el límite máximo de animales. Pero uno de ellos comenzó a llevar unas cuantas ovejas de más, pensando que entre tanta cantidad de animales nadie lo notaría.
teamSorprendentemente, los demás pastores pensaron de igual forma y todos llevaron más ovejas de las que estaban permitidas. Pensaron que el hecho de llevar unos pocos animales más no deterioraría los pastos. Pero como todos secretamente habían llevado más de los convenientes, esto terminó arruinando el campo, y con el correr del tiempo, tanto las ovejas como los pastores murieron de hambre.
En ocasiones pensamos que el trabajo que hacemos resulta insignificante a nivel social, que no tiene ningún tipo de repercusión en nuestro entorno o en el medio en el que nos desenvolvemos todos los días; pero la verdad es que nuestras palabras y acciones terminan afectando a todo lo que nos rodea.
La Biblia declara en Mateo 16:19 “Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos”
Muchas veces damos poco valor a la tarea que realizamos, creemos que nadie presta atención a las cosas buenas que hacemos o que nadie notará cuándo hacemos algo malo. Sin embargo, cada una de nuestras acciones produce un efecto en nuestra sociedad.
Mateo 5:13-14 “Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder”
Y cuando perdemos la motivación, lo más probable es que nos invada la rutina, convirtiéndonos en autómatas. De esta manera olvidamos que vivimos con el propósito de impactar positivamente en nuestro entorno.
No importa la tarea que estés realizando, hazla con amor, dando siempre lo mejor de ti y creyendo que tu vida es impactante para otros; para eso Dios nos llamó, para llevar un mensaje que transforme, para ser embajadores suyos donde nos encontremos. No hay nada que hagas en el nombre de Jesús, que no transforme de alguna manera tu propia vida y la de los que te rodean.

Tus acciones, buenas o malas, siempre tendrán consecuencias; recuerda que alguien más se verá afectado por lo que haces.
Es responsabilidad de todos, como en la historia, que los pastos no se arruinen y que podamos afectar positivamente a nuestra sociedad.

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