domingo, 3 de noviembre de 2013

Demostrando la Derrota de Satanás - Predicaciones

Un día yo estaba llorando delante de Dios y le dije: “Señor, ¿qué es lo que pasa conmigo? Dios, ¿por qué no me escuchas? Señor, ¿por qué no me has liberado?”
Dios quería que yo me convirtiera en un predicador de fe. Quería que yo tomara la Palabra de Dios para ayudar a los hijos de Dios a levantarse. Él quería que yo tuviera la capacidad de revelar las verdades que ahora estoy compartiendo. Deseaba que fuera de ayuda al cuerpo de Cristo. Y la única forma en que yo podía hacer todo esto, era salir de mi situación por la Palabra de Dios. Si Dios se hubiera apresurado a rescatarme y levantarme como a un bebé, todavía sería un bebé. Pero llega un momento en el que Dios dice: “Ya has crecido. Yo tengo más confianza en ti de la que tienes tú mismo. Te voy a probar en el campo de batalla con la Palabra de Dios”.
demostrando-la-derrota-de-satanasEsta es una razón por la que algunos no han sentido aún que sus oraciones hayan sido contestadas. Por esto es que algunos de nosotros aún estamos sufriendo. Por esto es que algunos de ustedes se preguntan por qué Dios no les ha escuchado. Él está permitiéndole saber quién es realmente usted. 
Una lección de victoria. Dios es bueno. Dios le visitará a usted. Él le hablará a su corazón para ayudarle.
Mientras yo estaba arrodillado orando y llorando, Dios me dijo: “¿Qué hay de la visita que te hice hace algunos meses?” Hasta ese momento, yo nunca había relacionado esa visita con mi situación actual. Pero Dios dice en Su Palabra: Y antes que clamen, responderé yo (Isaías 65:24).
En Su misericordia y Su amor, Él me había visitado y me había preparado de antemano. Y ahora Él me recordó esa visita. Así que, reflexioné sobre todas esas cosas por las que Dios me había llamado (al estar en las tres arenas con el diablo). Recordé cómo estuve con Satanás en aquel cuarto. Había allí un hombre tratando de salir, yo, pero no podía hacerlo. En voz alta lo repetí todo a Dios. Entonces Dios habló a mi espíritu y me preguntó: “¿Qué hacías en ese cuarto?”
Recordé que estaba al lado de la puerta y que me puse de pie como un soldado. Yo dije: “Voy a salir de aquí en el nombre del Señor Jesucristo”. Recuerdo que en la visión yo había salido afuera, y el Señor me dijo: “Hijo, estás en la tercera arena ahora. Estás en la presencia del príncipe de este mundo. Él es el temor encarnado. Él es el tormento encarnado. Estás en ese lugar, encerrado con él atormentándote. Viste como te levantaste como un soldado y saliste afuera en el nombre del Señor Jesucristo. ¡¡¡Hazlo real ahora!!!”

Gracias a Dios que actué según lo que Dios dijo. Me levanté de mis rodillas, limpié mis lágrimas y afirmé mi rostro como un pedernal hacia la victoria. No sentía la victoria, pero en mi corazón la acepté como algo ya hecho. Todos los síntomas y circunstancias externas parecían continuar igual, pero en mi corazón yo estaba sanado.
¡Sabía que había sido liberado! Mi deber era salir de esa situación. Lentamente pero con seguridad, empecé a salir de ella. 
Quiero decirle que "no hay salida fácil de una situación como esa, ¡pero HAY salida!"
¿Qué había hecho yo? Me volví a la Palabra de Dios y empecé a recibir la revelación que necesitaba de la Biblia. Durante aquellas semanas y meses meditando en la Palabra de Dios, comencé a aprender lo que Cristo había comprado para mí. Empecé a entender quién era yo en Cristo. Empecé a comprender mi posición de poder y autoridad sobre las fuerzas demoníacas, y algo empezó a levantarse dentro de mí por esta revelación. Como ven, ¡es la verdad la que nos hace libres!
Quiero insistir en que usted no puede ser libre y permanecer libre, hasta que no sepa lo que Cristo ha hecho por usted al derrotar a Satanás. Necesita saber quién es usted en Cristo y su autoridad y posición de poder en Él. ¡Debe actuar sobre esta verdad y echar a Satanás usted mismo! ¡Usted puede demostrar la derrota de Satanás! ¡El Espíritu Santo está en usted para traerle esa demostración!
Empecé a llenar mi espíritu y mi mente con la Palabra de Dios. Empecé a confesar quién era en Cristo. Empecé a decir diariamente lo que Dios dijo sobre mí como nueva criatura. Venciendo al temor en mi propia vida, volví al lugar donde yo había actuado sobre el temor de volar libre. Yo sabía que tenía que demostrar la derrota de Satanás en esta área, donde yo le había permitido dominarme, y decidí hacer un viaje en avión. Fue muy difícil. ¡Fue TAN difícil...! Satanás es el temor encarnado. El temor atormenta. Él me dijo que el avión se iba a caer, que nunca más vería a mi esposa y mis hijos, pero yo había determinado actuar sobre mi fe, así como había actuado sobre el temor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario