Me movía inquieto
en la cama. Ya estaba despierto pero necesitaba calmarme y escribir para vosotros, hermanos, haceros
partícipes en este automatismo de ondas, del caudal de pensamientos que me
asaltaron recientemente, al acudir al culto de oración de nuestra Iglesia Evangélica Bautista en
Ourense. Tenía hambre de escribir para todos vosotros.
Dentro de las
actividades que objetivamos como congregación está orar. La Biblia nos lo dice: debemos
orar continuamente, como si de un hábito se tratara. Llegará, con el tiempo, a
ser una necesidad, un hábito. “Orar” es conversar con Dios. Veremos, entonces, la
necesidad que tenemos de hacerlo con asiduidad.
Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Hebreos 11.1
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Hebreos 11.6
Pero, atención, el libro de Santiago lo dice
claramente en el Nuevo Testamento, en el capítulo 4:2-3Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Hebreos 11.1
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Hebreos 11.6
“No tienen, porque no piden. Y cuando piden, no reciben porque piden con
malas intenciones, para satisfacer sus propias pasiones”.
Estamos, pues, ante una fe “pasiva”, y
necesitamos revertirla en “activa”. Porque bien fácil es tener fe cuando nos
vemos beneficiados por Dios en la inmediatez de nuestras peticiones, pero ¿y
cuándo Dios considera que aún no es el momento idóneo de satisfacérnoslas? ¿Que
más adelante lo hará cuando, según nuestra actitud, vea un momento más adecuado? ¿Estará esperando a que le demostremos la fe que tenemos, a pesar de los momentos difíciles por los que estamos pasando? Esa es la fe “activa”, y por supuesto, mucho más difícil de tener, aunque sus
consecuencias son mucho más positivas.
Nuestra fe debe ser consensuada con nuestra actitud, debe ser consecuente, y no se debe sustentar sólo en nuestros
pensamientos o deseos. Cuando hacemos decisión de fe, es esta última, la
activa, la que debemos tener fundamentalmente. Entonces es cuando confiamos
plenamente en Dios.
Cuando acudimos al culto de oración, oramos fundamentalmente por los demás, intercedemos por ellos, pedimos por por sus necesidades, sus aflicciones, sus
penas para que sean aliviadas, etc., pero también lo hacemos por motivos más
genéricos. Y ahora yo pediría una oración vuestra para que todos podamos
experimentar el gozo de disfrutar de una fe “activa” en Dios. Realmente me ilusiona el resultado y por eso quería haceros partícipes de esta idea.
Recuerda: ten fe activa y no dudes nunca que vas a ganar con la ayuda de
Dios.
Fdo.: M. G. L.
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