“Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios”. Salmo 103:1-2
Cuando Jesús iba camino a Jerusalén, llegó a la frontera entre Galilea y Samaria. Al entrar en una aldea, diez leprosos se quedaron en la distancia, gritando:
-¡Jesús! ¡Maestro! ¡Ten compasión de nosotros! Jesús les miró y dijo: – Vayan y preséntense a los sacerdotes. Y mientras iban, quedaron limpios de la lepra.
Uno de ellos, al ver que estaba sano, volvió a Jesús, y exclamó: “¡Alaben a Dios!”. Y cayó al suelo, a los pies de Jesús, y le agradeció por lo que había hecho. Ese hombre era samaritano.
Jesús preguntó: “¿No sané a diez hombres? ¿Dónde están los otros nueve? ¿Ninguno volvió para darle gloria a Dios excepto este extranjero?”. Y Jesús le dijo al hombre: "Levántate y sigue tu camino. Tu fe te ha sanado". Lucas 17:11-19
-¡Jesús! ¡Maestro! ¡Ten compasión de nosotros! Jesús les miró y dijo: – Vayan y preséntense a los sacerdotes. Y mientras iban, quedaron limpios de la lepra.
Uno de ellos, al ver que estaba sano, volvió a Jesús, y exclamó: “¡Alaben a Dios!”. Y cayó al suelo, a los pies de Jesús, y le agradeció por lo que había hecho. Ese hombre era samaritano.
Jesús preguntó: “¿No sané a diez hombres? ¿Dónde están los otros nueve? ¿Ninguno volvió para darle gloria a Dios excepto este extranjero?”. Y Jesús le dijo al hombre: "Levántate y sigue tu camino. Tu fe te ha sanado". Lucas 17:11-19
La actitud de este hombre debe ser imitada por cada uno de nosotros todos los días, porque Dios es bueno, su misericordia es nueva cada día y su amor es incondicional.
No permitamos que la ingratitud se adueñe de nuestros corazones, por el contrario, que nuestras primeras y últimas palabras de cada jornada sean palabras de gratitud hacia nuestro Creador, por lo que es y por todo lo que hace en nuestras vidas.
Agradezcamos a Dios cada mañana por un día más de vida, por nuestra salud, por nuestras familias, por nuestros trabajos y por todo aquello que nos dio; y a pesar de estar pasando por alguna prueba difícil en estos momentos, no dejemos de alabar y exaltar su nombre, porque sabemos que a los que amamos a Dios, todas las cosas les ayudan a bien (Romanos 8:28) y que nada nos podrá separar de su amor (Romanos 8:35).
Cuando no hay un corazón agradecido, cerramos las puertas para no recibir bendición, pero si por el contrario somos agradecidos, descubrimos que nuestro corazón se llena de vida, fe y esperanza a pesar de la situación que estemos atravesando.
Fdo.: B. B. S.
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