Malthus, escritor-ensayista, en sus escritos ya nos alertaba acerca del crecimiento de la población mundial en progresión geométrica, en comparación con el aumento de los alimentos en progresión aritmética. Esto le llevó a predecir la extinción de la raza humana para 1880. Lo que Malthus no tuvo en cuenta, fueron los adelantos que se irían desarrollando en la ciencia y en la tecnología para la obtención de alimentos, así como las pestes, guerras y enfermedades que aumentaron la mortandad.
De todas formas, hay quienes hoy en día siguen presentando el tema de la escasez del agua y del alimento como temas de suma preocupación.
Por lo cual, digamos que si bien el alimento pudiera faltarnos, con las lógicas consecuencias para nuestro cuerpo, no debemos dejar, bajo ningún punto de vista, que nos falte el alimento espiritual, y para ello sólo hay alguien que puede saciar estas necesidades, y es Jesús.
Él es el agua que calma toda sed y es la fuente que nunca se seca Juan 4:14 dice: “pero todos los que beban del agua que yo doy no tendrán sed jamás. Esa agua se convierte en un manantial que brota con frescura dentro de ellos y les da vida eterna.”
Es una invitación a calmar nuestra sed interior con el agua de vida que sólo Él puede dar.
También Jesús se presentó como “El pan de vida”
Jesús les respondió: “Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca volverá a tener hambre…” Juan 6:35
Necesitamos el pan de cada día para alimentar nuestro cuerpo, pero nuestra mayor necesidad es el “pan de vida” que alimenta nuestro espíritu.
Jesús nos dice que en Él encontraremos todo el alimento espiritual que necesitamos. Y el pan y el agua que nos ofrece no se terminarán jamás porque provienen de Dios.
No hay necesidad que Dios no pueda saciar, sólo tenemos que acudir a Él, con la confianza de saber que teniéndole a Él lo tenemos todo.
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