domingo, 20 de octubre de 2013

Cuando Dios retrasa la respuesta - Devocional

Podemos estar seguros de una cosa: Él siempre nos está viendo. Será cuando sus propósitos se cumplan y sea el momento apropiado.
A veces Dios no concede nuestras peticiones de inmediato. Y después de un tiempo empezamos a sentir lo que sintió el salmista cuando dijo: “¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre?”
La percepción del ser humano plantea preguntas que la mente no puede contestar, pero eso no significa que no existan respuestas válidas. A no ser que Dios escoja explicarnos su comportamiento, lo cual no suele hacer, sus motivos y propósitos están fuera del alcance de nosotros, los seres mortales.
Podemos estar seguros de una cosa: Él siempre nos está viendo. Cuando sus propósitos se cumplan y sea el momento apropiado.Después de años de recibir continuamente respuestas a nuestras oraciones, puede ser que el Señor escoja no concedernos una petición, que creemos que es de importancia vital. Esta es una experiencia muy común en el cristiano.

¿Por qué se supone que Dios a menudo retarda sus respuestas o niega nuestras peticiones? P
arece que la respuesta es la siguiente: cuando Dios esconde su mano quiere que nos fijemos en su corazón. En otras palabras, quiere que aprendamos más sobre su bondad y su amor y que confiemos más, que Él hará lo que es mejor.
Debido a que los que se encuentran en crisis no “sienten” la presencia de Dios, no pueden creer que Él se interese en ellos. Como los hechos, que a veces son un sinsentido, están convencidos de que no existe una explicación razonable. Sus oraciones no producen ningún alivio inmediato, así que suponen que Dios no las oye. Pero están equivocados. El Señor siempre está obrando de una "su" manera especial, incluso cuando nuestras oraciones parecen resonar en un universo vacío.
El evangelio de Juan nos dice que dos hermanas, María y Marta, llamaron a Jesús porque su hermano Lázaro estaba muy enfermo. El Señor se retrasó y Lázaro murió. Sin embargo, cuando Jesús finalmente fue, les dio una nueva apreciación de su amor y su poder.

¿No se ha dado usted cuenta de que Jesús suele aparecer unos días tarde, tal y como lo hizo antes de levantar a Lázaro de los muertos, que fueron cuatro? En nuestro caso, si Él llegase siempre a tiempo, podríamos evitar mucho del estrés que experimentamos en su ausencia. Sin embargo, es importante que nos demos cuenta de que realmente Él nunca llega tarde, lo que pasa es que el horario en que Él actúa es diferente del nuestro.
Cuando Jesús llamó a Lázaro para que saliera de la tumba, Él no estaba retrasado en llegar. Llegó en el momento preciso para cumplir con el propósito de Dios, como siempre lo hace.

Nunca se imagine que el silencio de Cristo o su aparente inactividad, es evidencia de su falta de interés. El tiempo en que Cristo actúa es perfecto, aunque todo parezca estar desastrosamente atrasado. A veces Él puede ser angustiosamente lento para resolver los problemas sobre los que llamamos su atención, pero nunca deja de obrar.
Durante seis horas Jesús estuvo observando a los discípulos luchar contra un fuerte viento contrario, antes de ir a ayudarles. Él les estuvo viendo y tuvo cuidado de ellos toda la noche. Es evidente que les permitió percatarse de la necesidad que tenían, antes de ir a rescatarles.
Porque a veces, Dios nos deja, a usted y a mí, que luchemos hasta darnos cuenta de la necesidad que tenemos de Él. Y al hacer esto, le da a nuestra fe una oportunidad de crecer y madurar.
De lo que podemos estar seguros es de que Él siempre nos está viendo. Cuando sus propósitos se cumplan y sea el momento apropiado, Él calmará el tempestuoso mar y nos guiará a la distante orilla.
Es verdad que no siempre el Señor resuelve nuestros problemas instantáneamente, y que a veces nos permite andar en valle de sombra de muerte. Pero Él está con nosotros aún en los momentos más sombríos de nuestras vidas, y jamás podremos escapar de su infinito amor.
Le pido a la persona que se siente afligida, cuyo corazón está quebrantado y que se siente desesperada por escuchar una palabra de estímulo, que me permita asegurarle que puede confiar en el Señor de los cielos y de la tierra.
Es importante que usted sepa que no está solo. Que sepa que el dolor y el desaliento que siente y que podría guiarle a preguntar: “¿Por qué tiene que sucederme esto a mí?”, no es exclusivo de usted.
Si Dios está retrasando la respuesta a una petición muy importante para usted, sea paciente. Siga pidiendo y creyendo. Puede que Él quiera ver de nuevo su corazón o que usted obtenga una nueva apreciación de Su sabiduría y amor.

Aunque cientos de versículos de la Biblia nos dicen que Dios escucha y contesta las oraciones, es importante reconocer que la mayoría de nosotros ya ha observado que Él no hace todas las cosas que le pedimos, tal y como nosotros queremos.
¡Dios les bendiga!

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