El amor de Dios a nuestra vida jamás podría estar en duda, ya que nos lo ha demostrado desde el inicio de la creación y aún más al enviar su Hijo a morir en nuestro lugar.
La Biblia dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.” Juan 3:16-17 (Reina-Valera 1960)
El amor de Dios hacia nosotros no tiene comparación, pues su amor es un amor demostrado, no sólo hablado, pero, ¿si no hay duda de que Dios me ama, ¿yo le amo realmente a Él?
¿Amas a Dios?, seguro que tu respuesta instantánea es un rotundo: “SI”, pero amar va más allá de una sola palabra o un sentimiento, es una decisión, una decisión que nos tiene que llevar a buscarle y a tratar de agradarle.
Amar a Dios se demuestra con la forma en que vivimos; si digo amar a Dios también debo amar a los que me rodean, tanto a los que me hacen bien como a los que no; si digo amar a Dios debo decir no al pecado cuando este se me presente, si digo amar a Dios lo primordial en mi vida tiene que ser Él, antes de cualquier otra cosa o persona.El amor hacia Dios se demuestra con acciones. No hay otra forma de demostrar cuánto le amamos que poniéndonos manos a la obra y vivir una vida agradable a Él.
Es hora de demostrar el amor que decimos tener hacia Dios, ¿cómo?, viviendo en la práctica una vida cristiana, usando no sólo la teoría, sino también poniéndola en práctica. Ya no vale sólo con decir que amamos a Dios y vivir una vida de pecado, Dios prefiere en su lugar que no digas nada y que demuestres cuánto le amas con tu diario vivir.
¡Demostremos que amamos a Dios viviendo una vida recta!
“Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones”
Deuteronomio 7:9 (Reina-Valera 1960)
No hay comentarios:
Publicar un comentario