Para poder aprender a caminar, un bebé debe arriesgarse al dolor que producen las caídas.
El adolescente que acaba de sacar su carné de conducir, se enfrenta al riesgo de conducir en las autopistas.
La pareja que se compromete con los votos matrimoniales, debe enfrentarse a la posibilidad de que esa relación, que esperan sea feliz, pueda ser una que les traiga los dolores más fuertes.
El empresario que desea comenzar o ampliar su empresa, sabe que también corre el riesgo de sufrir una pérdida importante en su economía.
Entonces, si hay tantos riesgos cuando intentamos o tratamos de crecer y alcanzar metas en la vida, ¿por qué lo intentamos?
Como alguien dijo una vez, "llega un día en que el riesgo de quedarse como un brote es más doloroso que el riesgo de florecer”.
Debes tomar tiempo para oler la fragancia de las rosas, sobre todo la “Rosa de Saaron” que es Dios mismo. Si te diriges hacia Él con un oído atento y dejas de correr sin rumbo, vas a descubrir que tu vida tiene un propósito y disfrutarás de todo lo bueno y hermoso que Él tiene para ti.
Las personas que miran hacia atrás y hacia adelante son las que cosechan más, porque mirando al pasado, rescatan de sus experiencias las cosas que les servirán para resolver los desafíos del presente y decidir qué semillas plantarán para lograr los éxitos del futuro.
Dios está presente en cada etapa de nuestras vidas instándonos a aprender de las experiencias y los logros, para que nuestros jardines alcancen el máximo de su potencial y belleza.
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