sábado, 15 de junio de 2013

¿Qué podemos hacer para ser más felices? - Devocionales, Meditaciones, Reflexión - Vídeo

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Un hombre trabajaba en una mina de carbón y siempre daba gracias a Dios por su sándwich. Un día vino un perro y se llevó el sándwich. Los compañeros le apesadumbraban y le decían: “y ahora, a ver si das gracias por el perro que se llevó tu comida”. El hombre salió tras el perro y al ratito se produjo un derrumbe, y  quedaron atrapados todos los obreros menos él, y entonces dijo: “Señor, gracias por el perro”.
La gratitud es una de las actitudes más poderosas que existen, que constituyen la diferencia en cada día que vivimos. Ser agradecidos nos hace sentir mejor y nos permite disfrutar de las grandes bendiciones, como también de las que parecen pequeñas, pero que en realidad también son grandes.
La pregunta que nos hacemos todos es: ¿qué podemos hacer para ser más felices? No hay un día más feliz; si espero que algo lindo me pase el lunes, el miércoles, etc., voy a estar expectante, animado, y voy a ser feliz. Para ser felices tenemos que dejar de compararnos, porque si no el nivel de felicidad baja. Dios quiere que aprendamos a celebrar las bendiciones de los otros y las nuestras. Debemos considerar, también, que la felicidad es una experiencia gradual, es decir, la dosis excesiva de felicidad nos puede lastimar; por ejemplo, ganaste un millón de dólares, te hiciste famoso de la nada, y todo eso te puede llevar a la infidelidad, al juego, a la droga.
Porque la fama es la mirada social, el aplauso de la gente. El exitoso puede ser que tenga o no fama, pero siempre está feliz porque está bajo su sueño. La fama no se maneja, depende de los demás; un día te quieren y otros días te rechazan. La fama te ata, es una maldición que te hace vivir bajo la mirada de los demás.
El éxito es una bendición de Dios, hay éxitos grandes y pequeños, pero todos son éxitos al fin. El éxito se construye con el esfuerzo.
¿Qué nivel de felicidad tienes?
Resolver un problema no te hace ser más feliz, sólo te da alivio. La gente feliz tiene hábitos de felicidad, es algo que construimos nosotros mismos cada día. 
Para activar la felicidad tienes que:

-Tener un corazón agradecido
Un espíritu agradecido en el que “abunden las gracias”. El agradecimiento trae doble bendición. Agradecer te vuelve poderoso: cuando lo pasamos mal, dar gracias no es fácil; ante las crisis, las tensiones y los problemas, decir gracias se hace difícil. Si no podemos decir gracias, perdemos poder para resolver esa crisis, esa tensión y esos problemas. La Biblia nos enseña que Dios es agradecido.
Pero a veces aparece “el síndrome de la impotencia aprendida”: haga lo que haga, mis conflictos seguirán allí; esto te genera una ingratitud permanente; tienes que romper con eso. Agradecer, no es una palabra inocente, que se dice por hábito, ¡esa palabra tiene poder!
-Tener un registro de recuerdos positivos
Cuando Jesús le dio de comer a la multitud sobraron doce cestas. Después pasaron al otro lado y él les seguía hablando de eso, porque ese recuerdo les iba a sostener en medio de la tormenta. Los recuerdos positivos que ahora tienes cuando el Señor te sacó de tus aflicciones pasadas, te afirmarán el corazón para resolver las situaciones presentes en medio de la deuda, de la enfermedad etc., y podrás decir: “haré memoria de tu justicia Señor, de la tuya sola”.
David, cuando estuvo frente a Goliat, no dijo: “¿y ahora cómo hago?” Dijo: “maté al oso, maté al león, y a este gigante también le voy a matar” Esos recuerdos le motivaron y le entusiasmaron. David siempre recordaba: “alma mía bendice al Señor y no te olvides de ninguno de sus beneficios”, y se potenciaba con recuerdos positivos: “Me unges la cabeza con aceite”.
-Fluir a través de tus sueños
Algunos fluyen en determinadas actividades: las mujeres en el shopping (centro comercial), los hombres en la cancha, los que bailan danzando, los que cantan dando un concierto, los que cocinan preparando ricos platos. Otros fluyen con los problemas (se quejan todo el día). Hay que disfrutar de todo lo que se hace. Las multitudes fluían con Jesús. David meditaba de día y de noche y decía: “Soy un árbol plantado junto a corrientes de aguas, si me pongo a disfrutar de su presencia, mi hoja no va a caer y mi fruto estará listo”

Cuando David mató a Goliat no lo hizo para que le aplaudieran, sin embargo el pueblo vio lo que él hizo. La gente se va a enterar de tus logros, de tus sueños alcanzados; incluso los que no creyeron en ellos, tendrán que reconocer que Dios hace cosas grandes a través de ti. ¡Todos van a ver que Dios te quitó el luto, la tristeza, la depresión y en lugar de eso, puso mesa delante de tus angustiadores y ungió tu cabeza con óleo de gozo y alegría!

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