Una persona debería ser juzgada por su naturaleza, no por su color de piel. Todos deberíamos ser cuidadosos de no mostrar favoritismos, tampoco ser prejuiciosos o racistas con otros (Santiago 2:1-10, especialmente los versículos 1 y 9). El estándar de un hombre o una mujer cristianos para seleccionar un compañero, siempre debería tener en cuenta si la persona en la que están interesados es cristiana (2ª Corintios 6:14), alguien nacida de nuevo por la fe en Jesucristo (Juan 3:3-5). El estándar bíblico para escoger un cónyuge es la fe en Cristo, no el color de la piel. El matrimonio interracial no es cuestión de decir que esto es correcto o erróneo, sino que es un asunto de sabiduría, discernimiento y oración.
La única razón por la que el matrimonio interracial debería ser considerado detenidamente, es por las dificultades que podría experimentar una pareja de razas diferentes, a causa del grado de aceptación de parte de los que les rodean. Muchas parejas interraciales experimentan discriminación y burla, incluso a veces de sus propias familias. Algunas parejas interraciales experimentan dificultades, cuando sus hijos tienen tonos de piel diferentes al de los padres y/o hermanos. Una pareja interracial necesita tomar en consideración estas cosas y estar preparada, antes de tomar la decisión de casarse. Nuevamente, la única restricción bíblica puesta sobre un cristiano con respecto al matrimonio, es si la otra persona es un miembro del Cuerpo de Cristo.
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